Gracias a las redes sociales los adolescentes descubren títulos que son cool, y eso vende muchos libros.
Ningún sentimiento es más determinante en nuestras vidas, ninguno tiene un impacto más radical en nuestra capacidad de ser felices, ninguno justifica las inmensas redes sociales, las responsabilidades, los anhelos y los deseos que pesan sobre las personas desde que nacen hasta que mueren. El amor nos guía, nos da esperanza, nos entristece y nos mueve por encima de todo.
El antropólogo Dunbar dice que estamos limitados en las relaciones sociales por el tiempo y nuestra energía, así que el cerebro solo puede prestar la atención necesaria a unas 150 personas simultáneamente. El núcleo íntimo, familia y amigos, es de entre 5 a 12 personas y va descendiendo con el tiempo. Lo que no puedes pretender es que un contacto de las redes sociales reemplace a un amigo, pero puedes hacer nuevas conexiones a través de ellas. Su fin es conectarnos para intercambiar ideas e información más que afecto, aunque no hay que perder de vista el poder "adictivo" del intercambio de mini-afectos por la red. Mi consejo es un equilibrio y nada de descuidar el círculo íntimo.
Ahora es chatear y generar la falsa ilusión de conocimiento que significa que porque hace unos días chatean o se mandan mails subidos de tono y juegan a lo erótico, entonces ya está: cuando se encuentran lo hacen en la esquina de un hotel y está todo cocinado. Se ven, se besan y cruzan. Las redes sociales posibilitan una amplia oferta de gente que tiene ganas de relaciones menos comprometidas. De todas maneras, el compromiso también es un punto de llegada. No es que uno empieza una relación seria sino que se da que con esa persona y no con otra uno termina queriendo quedarse y construir. En parte, casi todas las relaciones son livianas hasta que demuestren lo contrario.
Las redes sociales se convirtieron en el medio más eficaz para la transmisión de la noticia, el mensaje, el pedido de auxilio y también para correr los más tristes, absurdos y fregados rumores que jamás oí en mi vida. Es una mezcla estupenda de caja de Pandora y simultáneamente, la biblioteca de Alejandría.
Pero tal vez no seas más que un lobo (...), que tiene terror a los encuentros reales, que continuamente necesita crearse mundos imaginarios, porque no sabe desenvolverse en los entornos concretos, palpables, tangibles, reales.
Creamos personajes virtuales, confeccionamos irreales retratos robot el uno del otro. Formulamos preguntas cuyo atractivo reside en que queden sin respuesta. (...) Y al mismo tiempo nos preocupamos de no desvelar nada importante de nosotros mismos. (...) Nos comunicamos en el vacío.
Necesito al hombre que en algunas situaciones tiene tanta urgencia por besarme que no puede hacer otra cosa que escribirme.
[Sobre la manipulación de los medios] Es un grave problema, pero no es sólo eso. Las redes sociales también, se leen tantas tonterías... Si lees sólo Facebook y Twitter te haces una opinión distorsionada. Es todo lo que digo. La confusión es muy negativa.
Las personas más ricas en el mundo construyen redes. Todos los demás están entrenados para buscar un empleo. "La escuela de negocios" (2003), Robert Kiyosaki
"La escuela de negocios" (2003) Frases de "La escuela de negocios" (2003) Frases de Robert Kiyosaki
La humanidad (ya se habrán dado cuenta) siempre ha sido muy ingeniosa a la hora de inventar formas de evitar que la gente hable con los demás, y yo había aprovechado muy bien las más recientes. Prefería mandar un sms que hablar con alguien por teléfono. Y en vez de quedar con mis amigos, me dedicaba a redactar actualizaciones alegres e irónicas de mi estatus en Facebook, para demostrarles a todos la vida tan ajetreada que llevaba. Y, por lo visto, a la gente le gustaban, porque ya tenía más de setenta amigos en Facebook: la mayoría de ellos, absolutos desconocidos. Pero parecía que el contacto real cara a cara, de vamos-a-tomar-un-café-y-a-ponernos-al-día, se me había olvidado completamente. "La espantosa intimidad de Maxwell Sim" (2011), Jonathan Coe
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En la red es muy usual que la gente mienta, no solo sobre su nombre, sino también sobre su edad o sexo. "La salvación de una santa" (2008), Keigo Higashino
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