(...) No soy muy hitleriano -precisó-, pero creo en Herman Goering. Es una figura mucho más impresionante que Hitler. -Sin duda es más grande. -Ahora me tocaba a mí reírme de mi chiste. "Una llama misteriosa" (2008), Philip Kerr
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Jamás se me había ocurrido que la enfermedad mental podía tener una faceta de poder, poder. Te das cuenta: es posible que cuanto más loco esté un hombre, mayor poder pueda adquirir. Hitler sería un ejemplo. Increíble, ¿Verdad? Buena materia de reflexión. "Alguien voló sobre el nido del cuco" (1962), Ken Kesey
"Alguien voló sobre el nido del cuco" (1962) Frases de "Alguien voló sobre el nido del cuco" (1962) Frases de Ken Kesey
Hasta ese momento Archimboldi nunca había pensado en la fama. Hitler era famoso. Goering era famoso. La gente que él amaba o que recordaba con nostalgia no era famosa, sino que cubría ciertas necesidades. Döblin era su consuelo. Ansky era su fuerza. Ingeborg era su alegría. El desaparecido Hugo Halder era la levedad de su vida. Su hermana, de la que no sabía nada, era su propia inocencia. Por supuesto, también eran otras cosas. Incluso, a veces, eran todas las cosas juntas, pero no la fama, que cuando no se cimentaba en el arribismo, lo hacía en el equívoco y en la mentira. Además, la fama era reductora. Todo lo que iba a parar en la fama y todo lo que procedía de la fama inevitablemente se reducía. Los mensajes de la fama eran primarios. La fama y la literatura eran enemigas irreconciliables. "2666" (2004), Roberto Bolaño
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(...) Era abril del 45. De patrulla con un camarada entramos en un bosque y fuimos a darnos de bruces con un destacamento alemán, 40 soldados y un tanque. " ¡Marcel, hostia, los nazis! ", exclamó mi amigo. Verá, yo no soy un héroe, conozco bien el miedo, que se te aferra como una garra en la barriga, pero le dije: "Tranquilo, vamos hacia ellos". Había notado que no estaban en actitud de combate. Resultó que eran de la Wermacht y un oficial se plantó ante mí, me ofreció su pistola y me dijo: "Acabamos de oír por la radio que el Führer ha muerto. Tenemos hambre". Así que les dije que pusieran las manos sobre la cabeza y me siguieran, y regresamos a nuestras líneas con los prisioneros y el [tanque de guerra] panzer.
La destrucción que había inundado la capital de las ambiciones de Hitler no tenía paralelo; una devastación de una escala wagneriana en la que el Anillo hubiera completado su círculo; la iluminación definitiva de aquel crepúsculo de los dioses. "Réquiem alemán" (1991), Philip Kerr
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Recordando su primera impresión de Hitler, hanfstaengl escribió: "Hitler parecía un peluquero de las afueras en su día libre". "En el jardín de las bestias" (2011), Erik Larson
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Debemos tener presente, creo yo, que cuando Hitler dice algo, de momento se convence a sí mismo de que es cierto. En general es sincero, pero al mismo tiempo, es un fanático. "En el jardín de las bestias" (2011), Erik Larson
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Alemania había recuperado su honor poniendo a comunistas y pacifistas en campos de concentración, matándolos en parte, y el mundo empezaba a temer a un pueblo que llamaba suyo aquel preocupante Führer. "Mefisto" (1936), Klaus Mann
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Para muchos, humanizar a Hitler significa "explicarlo" de algún modo... Pero la sociedad pretende que el mal extremo no pueda ser explicado, y no pueda ser comprendido. Intentarlo quiere decir buscarle también una justificación. "Lobos" (2009), Donato Carrisi
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(...) Esta duda de las personas respecto de sí mismas y respecto de la realidad de su propia experiencia solamente revela lo que los nazis siempre habían sabido: que los hombres resueltos a cometer crímenes hallarán oportuno organizarlos en la escala más vasta y más improbable. No sólo porque ello torna inadecuados y absurdos todos los castigos proporcionados por el sistema legal, sino porque la misma inmensidad de los crímenes garantiza que los asesinos, que proclaman su inocencia con toda clase de mentiras, serán más fácilmente creídos que sus víctimas, quienes dicen la verdad. Los nazis ni siquiera llegaron a considerar necesario reservarse para sí mismos este descubrimiento. Hitler hizo publicar millones de ejemplares de su libro, en el que declaraba que para tener éxito una mentira tiene que ser enorme -lo que no impidió que la gente le creyera, como, de manera similar, la afirmación de los nazis, repetida ad nauseam, de que los judíos serían exterminados como piojos (es decir, con gases venenosos), no impidió a nadie no creerles. "Los orígenes del totalitarismo" (1951), Hannah Arendt
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Les aseguro que Hitler no es fuego de artificio. Tiene el germen de una gran idea y hay que reconocerle sentido político. Juega con el pueblo alemán con una habilidad innegable. "Los desnudos y los muertos" (1948), Norman Mailer
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(...) Hay excepciones: Hitler era, evidentemente, un actor superlativo, dotado de una gran capacidad para inventar convincentemente emociones falsas. En una entrevista con el embajador inglés se mostró terriblemente enfurecido, gritó que así no se podía seguir hablando y se fue dando un portazo; un oficial alemán presente en ese momento contó más adelante la escena de este modo: "Apenas había cerrado estrepitosamente la puerta que Jo separaba del embajador, lanzó una carcajada, se dio una fuerte palmada en el muslo y exclamó: ¡Chamberlain no sobrevivirá a esta conversación! Su gabinete caerá esta misma noche". "Cómo detectar mentiras" (1985), Paul Ekman
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