El Cristo que los hombres han amado y adorado es un ideal de sus mismos corazones, la construcción de una personalidad siempre presente, viva e íntimamente comprendida, inspirada en diversos fragmentos de historia y doctrina conectados con un nombre. Esta imagen subjetiva ha inspirado todas las oraciones, todas las conversiones, todas las penitencias, caridades y sacrificios, así como la mitad del arte del mundo cristiano. "El sentido de la belleza" (1900), George Santayana
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Pero mientras las dos terceras partes del mundo están subdesarrolladas, ¿Cómo vamos a derrochar grandes cantidades en la construcción de templos de piedra olvidando a Cristo vivo, presente en la persona de los pobres?
Les he dado mi pan, ¡vaya negocio! Tendrán hambre esta noche, tendrán hambre mañana. La religión de Cristo, es una religión de desesperación, porque desespera de la vida y sólo tiene esperanza en la eternidad.
La muerte de Sócrates y la crucifixión de Cristo forman parte de los grandes rasgos de carácter de la humanidad.
Cristo es como el vino, pensaba Manolios. Como él abre el corazón del hombre y el mundo entero y entra. Así es como abrirá el paraíso para que todos los pecadores tengan allí lugar... "Cristo de nuevo crucificado" (1948), Nikos Kazantzakis
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(...) Ella compara a Cristo con una nodriza que toma la medicina amarga que su niño de pecho no puede tolerar, por ser demasiado pequeño y débil; el chiquitín tiene que tomarla a través de la leche de la nodriza. En la leche del amor divino tomamos nosotros, pobres hijitos de Dios, la amarga medicina que es la pasión de Cristo en la cruz, único remedio contra nuestra enfermedad de la muerte: el pecado. Compara también a Cristo con un caballero que fue a luchar por nosotros; por nuestra culpa bajó del cielo para combatir y vencer al diablo. La corona de espinas es su yelmo; su carne azotada, su coraza; los clavos de las manos y de los pies, sus manoplas y espuelas. Por consiguiente, nosotros tenemos que seguir a nuestro caballero y cobrar nuevo valor en nuestras pruebas y tribulaciones. "Santa Catalina de Siena" (1951), Sigrid Undset
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- ¿Y Cristo? -Es un anarquista que ha triunfado. El único. "La esperanza" (1938), André Malraux
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