Poco importa que seamos sólidos o espectrales. Igual da. Venecia toda es un fantasma. No expide visas de entrada a favor de otros fantasmas. Nadie los reconocería por tales aquí. Y así, dejarían de serlo. Ningún fantasma se expone a tanto. "En esto creo" (2002), Carlos Fuentes
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Florencia es una ciudad para las parejas casadas; Venecia, para los amantes; Turín, para los cónyuges adultos que ya no tiene nada que decir.
Cien profundas soledades forman juntas la ciudad de Venecia -ésa es su magia. Una imagen para los hombres del futuro.
Llegamos con un sentimiento de curiosidad a la ciudad isla construida en la misma mar con los esfuerzos gigantescos del pueblo. Acudíale a uno a la memoria todo lo leído en la infancia sobre esta ciudad sin igual. Quizá lo que mayor impresión deje de Venecia sea la entrada en la ciudad: el tren corre más de tres kilómetros por un angosto dique, en medio del mar, al encuentro de los caprichosos edificios que se divisan a lo lejos.
Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban. "La muerte en Venecia" (1911), Thomas Mann
(...) Saludó al mar con los ojos, y su corazón se llenó de alegría al contemplarse tan cerca de Venecia. "La muerte en Venecia" (1911), Thomas Mann
(...) Las últimas semanas habían pasado tan rápidas que sentada a su lado en el coche, recorriendo Francia e Italia, no hice sino ver a Venecia por sus ojos, haciéndome eco de sus palabras, sin hacer preguntas acerca del pasado o del porvenir, contenta con la felicidad del presente, tan vivo. "Rebeca" (1938), Daphne du Maurier
"Rebeca" (1938) Frases de "Rebeca" (1938) Frases de Daphne du Maurier
¿Cómo es el paraíso? -Como Venecia, espero, un lugar lleno de italianas e italianos. Un sitio que se usa y se desgasta y que sabe que nada perdura, ni el paraíso, y que eso al fin y al cabo no importa.
Me encontraba en Venecia en el mes de septiembre de 185... ¿Qué razón tenía para estar allí? Ninguna, si no es que esta nostalgia por lo extranjero, tan conocida por los viajeros, me había poseído, una tarde, en la escalera de Tortoni. Cuando esta enfermedad nos domina, los amigos nos aburren; nuestros maestros nos irritan; todas las mujeres, incluso aquella de los demás, nos displacen; Ceritto carece de coherencia; Alboni desentona; no se pueden leer dos escritos de A. De Musset seguidos; Mérimée parece extenso; nos damos cuenta de que existen contradicciones en Victor Hugo y faltas de diseño en Eugène Delacroix; en fin, uno está irremediable: para disipar este spleen particular, la única receta es tener un pasa porte para España, Italia, África u Oriente. Y he aquí la razón por la que estaba en Venecia. Trataba mi gris melancolía con grandes dosis de azur.
El agua de Venecia esconde ya demasiada oscuridad y en el limo de la laguna no hay espacio para más. Venecia se levanta sobre los secretos y errores de los que quisieron venir aquí a olvidar y la ciudad se hunde sobre ellos.
La gustaba que en Venecia no hubiese automóviles. Eso daba a la ciudad un aire más humano. Las calles eran sus venas y la gente que iba y venía constantemente era la sangre. "El talento de Mr. Ripley" (1955), Patricia Highsmith
"El talento de Mr. Ripley" (1955) Frases de "El talento de Mr. Ripley" (1955) Frases de Patricia Highsmith
A los 13 años inventé y dibujé una historia. Más tarde, la olvidé. Hace 7 años, una noche en Venecia, me acordé de repente que esa historia se llamaba "W" y que era, en cierto modo, si no la historia, al menos una historia de mi infancia. "W o el recuerdo de la infancia" (1975), Georges Perec
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