Los rusos, piensa Eduard, saben morir, pero siguen siendo igual de ineptos en el arte de vivir. "Limónov" (2011), Emmanuel Carrere
"Limónov" (2011) Frases de "Limónov" (2011) Frases de Emmanuel Carrere
Pero quiero que lo sepa. Hay muchos rusos como nosotros que alguna vez fueron alguien y que ahora no son nadie, y con esto no quiero aburrirlo repitiéndole un cuento del que ya se ha cansado todo el mundo. Pero recuerde que ese cuento de hadas es real para los que somos sus protagonistas. "Aquel asunto del rey" (1928), Dashiell Hammett
Frases de "Aquel asunto del rey" (1928) Frases de Dashiell Hammett
En Beirut, la incesante luz de la muerte lo ilumina todo, más intensa que el sol del Mediterráneo, más intensa que los misiles nocturnos rusos, más intensa que la sonrisa de un bebé. Una guerra interminable lo asola todo.
Los rusos siempre acabamos igual. Puede que esa capacidad para ver nuestros propios defectos sea un rasgo positivo de nuestra naturaleza, pero exageramos y nos consolamos con la ironía, que tan pronto acude a nuestros labios. "Anna Karénina" (1875), León Tolstói
"Anna Karénina" (1875) Frases de "Anna Karénina" (1875) Frases de León Tolstói
En los bunkers, todo aquel...Gran escándalo. Despilfarraron una buena porción de carne joven y patriótica para probar alguna nueva tecnología, conocían las defensas de los rusos, como se supo después, conocían los empos, armas de pulso magnético. Enviaron a esos chicos sin importarles nada, sólo para ver. "Neuromante" (1984), William Gibson
"Neuromante" (1984) Frases de "Neuromante" (1984) Frases de William Gibson
Todo era bello, todo les sorprendía y, más que nada, aquel viejo cochero un poco ido, con su incansable charloteo, en quien las huellas de antiguos modismos rusos hoy desaparecidos, las aportaciones tártaras y los giros locales se mezclaban con oscuras palabras de su invención. "Doctor Zhivago" (1957), Borís Pasternak
"Doctor Zhivago" (1957) Frases de "Doctor Zhivago" (1957) Frases de Borís Pasternak
Durante la Guerra Fría, la generalizada incidencia del alcoholismo era siempre señalada en Occidente como prueba de que la vida bajo el comunismo era tan deprimente que los rusos precisaban de grandes dosis de vodka para soportarla. Con la llegada del capitalismo, sin embargo, los rusos beben el doble de alcohol del que solían beber y se están aficionando también a otros analgésicos más contundentes. "La doctrina del shock" (2007), Naomi Klein
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Como solía decir Lajos Kossuth, jefe de la revolución de 1848, los húngaros tienen una personalidad histórica, es decir, piensan en términos históricos, en siglos y milenios, para fortalecer el ánimo frente a las nefandas potencias del momento. No es sólo que pueden contemplas mil años de historia escrita como nación, sino que, durante todo este tiempo, se ha repetido el mismo tema, por lo que es una historia que hasta el más tonto puede aprender: es una historia que habla de perder y resistir. La historia de sus derrotas y de su supervivencia es para los húngaros, como para los judíos la suya, una especie de religión; tienen la cabeza llena de calamidades que no han conseguido destruirlos. Ya hemos sido castigado por nuestros pecados pasados y futuros dice el himno nacional, expresando la desafiante autocompasión que hace de los húngaros unos vasallos tan inquietos y rebeldes, a pesar de sus muchas derrotas. Sus momentos de triunfo son muy pocos para alimentar su orgullo, pero ellos se precian de haber sobrevivido a la invasión de los tártaros (1241), la ocupación de los turcos (1526-1700), la ocupación de los austríacos (1711-1918) y la invasión de los alemanes (1944-1945). Los ciudadanos de los grandes estados se inclinan a creer que las victorias son para siempre; los húngaros concentran el pensamiento en la decadencia del poder, en la inevitable caída de los triunfadores y el resurgimiento de los vencidos. Por ello, muy pocos de nosotros pensábamos que los rusos fueran a quedarse para siempre; la cuestión se reducía a averiguar cuándo se marcharían y cómo. En suma, aborrecíamos a los rusos con un exceso de confianza y de impaciencia. "En brazos de la mujer madura" (1965), Stephen Vizinczey
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Se pasaba el día amodorrado por culpa de los analgésicos. De noche soñaba que seguía atrapado en el tren, o aún peor, que el accidente nunca había sucedido, que caminaba por una calle, que se bañaba, que se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas y que comía por sus propios medios. Y entonces se despertaba empapado en sudor y con lágrimas en los ojos, convencido de que ya no volvería a hacer nunca más todas esas cosas. Al final, en un intento de evitar las pesadillas, empezó a leer hasta muy tarde, por las noches, que era cuando su cuerpo inmóvil más se inquietaba, cuando su mente parecía más ágil y más clara. Con todo, se negaba a leer a los autores rusos que su abuelo le había llevado. En realidad, había dejado de leer novelas de todo tipo. Aquellos libros, ambientados en países que no conocía, no hacían más que recordarle su confinamiento. "El buen nombre" (2003), Jhumpa Lahiri
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Me fui abriendo paso por la autopista e hice el largo camino hacia el norte en dirección al aeropuerto de Los Ángeles, mirando de vez en cuando por el retrovisor en busca de rusos, agentes federales y matones vietnamitas con fusiles Benelli. Si reuniera a todos esos tipos podría organizar una buena fiesta. "El último golpe" (1997), Robert Crais
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No cabe duda de que los rusos que votaron en 1990 no pensaban que aquellas iban a ser las últimas elecciones libres y justas de la historia de su país, pero (hasta ahora) lo han sido. "Sobre la tiranía" (2017), Timothy Snyder
"Sobre la tiranía" (2017) Frases de "Sobre la tiranía" (2017) Frases de Timothy Snyder
También desaparecieron los rusos, que eran los peores, aunque normalmente no hacen nada por voluntad propia, pues prefieren someter a otros, sobre todo a mujeres, a cosas terribles, cosas que es preferible callar. Eso les divierte. Ahora que se han marchado, pueden salir a la luz los nuevos nazis y también los buenos viejos, como florecillas en tiestos grises. "Los excluidos" (1980), Elfriede Jelinek