En el éxtasis amoroso o religioso el hombre se coloca fuera del tiempo, convierte el instante en absoluto. En ese momento teopático entra en contacto con la eternidad. "El escritor y sus fantasmas" (1963), Ernesto Sabato
Frases de "El escritor y sus fantasmas" (1963) Frases de Ernesto Sabato
Estamos tan ocupados en hacer cosas para lograr fines con valores externos que olvidamos que el valor interior, el éxtasis que se asocia con la vida, es lo único que importa. "El poder del mito" (1988), Joseph Campbell
"El poder del mito" (1988) Frases de "El poder del mito" (1988) Frases de Joseph Campbell
A lo mejor es que todos vivimos la vida a una intensidad excesivamente alta, al menos los que nos pasamos el día entero absorbiendo cosas de alta carga emocional, y es consecuencia lógica que no podamos sentirnos meramente contentos: tenemos que ser infelices, o si no vivir en éxtasis, en un estado de completa felicidad, y esos estados son difíciles de alcanzar dentro de una relación de pareja sólida y estable. "Alta fidelidad" (1995), Nick Hornby
"Alta fidelidad" (1995) Frases de "Alta fidelidad" (1995) Frases de Nick Hornby
No creo que exista algo que pueda llamarse un simple mortal. Todos tienen su propia posibilidad de éxtasis en la experiencia de la vida. Todo lo que hay que hacer es reconocerlo, y después cultivarlo y conservarlo. Siempre me siento incómodo cuando se habla de simples mortales, porque yo nunca he conocido a un hombre, mujer o niño que sean simples. "El poder del mito" (1988), Joseph Campbell
"El poder del mito" (1988) Frases de "El poder del mito" (1988) Frases de Joseph Campbell
Solamente un limitado número de pulsaciones de una vida variada y dramática nos es concedido. ¿Cómo podemos ver todo lo que puede ser visto en el curso de su duración por intermedio de los más refinados sentidos? ¿Cómo podremos pasar más velozmente de un punto a otro y estar siempre presentes en el foco en el que se unen el mayor número de las fuerzas vitales en su más pura energía? Arder siempre con esta fuerte llama, pura como una gema, mantener este éxtasis, es el éxito de la vida.
La alegría es una emoción intensa y profunda, un sentimiento exaltante de plenitud experimentado por toda la conciencia; se puede comparar con la embriaguez, con el arrebato, con el éxtasis. "Las partículas elementales" (1998), Michel Houellebecq
"Las partículas elementales" (1998) Frases de "Las partículas elementales" (1998) Frases de Michel Houellebecq
Hubieras temido ver tu cuerpo sangrante en el éxtasis de aquella ceremonia, el proferimiento de cuyo nombre tan sólo hubiera bastado para hacerte morir de un goce irresistible, de un goce que hubiera trascendido todas las posibilidades de tu cuerpo y que te hubiera aniquilado con un ruido de olas...
Quienquiera que fuese, fue perdonado. Pegajosos besos de ensueño. Aquellos ojos angustiados, llenos de amor. Era imposible no reír ante semejantes ojos, ante semejante belleza. Perdidos en un éxtasis interminable. "Blonde" (2000), Joyce Carol Oates
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Hay un momento de éxtasis que marca la culminación de una existencia y más allá del cual ésta ya no puede elevarse. Y la paradoja existencial consiste en que, pese a sobrevenirle cuando más vivo está el sujeto, le llega cuando ha olvidado por completo que lo está. "La llamada de la selva" (1903), Jack London
"La llamada de la selva" (1903) Frases de "La llamada de la selva" (1903) Frases de Jack London
Mi tiempo aún no tiene límites: yo acompañé el éxtasis del mundo, como la música en sordina del órgano acompaña una voz de mujer.
(...) La angustia que te invade cuando miras esa fotografía, como lo haces todas las tardes hasta que sientes que tu pulso se apresura y tu respiración se vuelve jadeante. Aspiras a un éxtasis semejante y quisieras verte desnuda, atada a una estaca. Quisieras sentir el filo de esas cuchillas, la punta de esas afiladísimas de bambú, penetrando lentamente tu carne. Quisieras sentir en tus muslos el deslizamiento tibio de esos riachuelos de sangre, ¿Verdad?
Casi sin darse cuenta había empezado a acariciarla mientras hablaban en voz baja, tan lentamente como ella entraba en calor, los pies muy fríos enredados a los suyos, y al ir siguiendo con los dedos ahora más sensitivos y audaces el tacto de la piel y las sinuosidades ya familiares que buscaba y reconocía luego con los labios, volvió a acordarse, ahora sin miedo ni vergüenza, solo con dulzura, casi con agradecimiento, de sus sueños eróticos de los catorce años, y le pareció que la veía a ella como era ahora mismo y como había sido la primera vez que unos ojos masculinos la vieron desnuda. Lo perdía todo, se despojaba de todo, igual que al desnudarse ella había dejado caer al suelo las bragas y el sujetador y se había aproximado a él como emergiendo de las prendas abandonadas e inútiles, caídas a sus pies con un rumor de gasa. No había urgencia, ni incertidumbre, ni ademanes de fiebre o de ansiosa brutalidad. La. Veía moverse oscilando, erguida, acomodándose despacio encima de él, el pelo sobre la cara, mezclado con la sombra, los hombros hacia atrás, las dos manos que le sujetaban con fuerza los muslos. Desfallecieron los dos en la misma oleada densa de dulzura, que él fue percibiendo como si le llegara des de lejos, anunciada, indudable, desconocida, duradera y lenta, no extinguida todavía después del final, cuando se quedaron quietos los dos y ella se desprendió poco a poco de él mientras iba dejándose caer a su lado. "Plenilunio" (1997), Antonio Muñoz Molina
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