01. Vivimos sin sentir el país a nuestros pies, nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
02. Yo estoy mortalmente cansado de la vida, No admito nada de ella, Pero aún así amo esta pobre tierra Porque no conozco otra.
03. No compares: lo que vive no es comparable. Con suave temor acepté la igualdad de las llanuras y el círculo del sol me hirió.
04. Quizás es un signo de locura, quizás es tu conciencia el nudo de la vida, en el cual nos reconocen y lanzan a la existencia...
05. Tu pupila en la corteza celeste, gira a lo lejos y a ras de suelo, la defienden los lapsus de las débiles, previsoras pestañas.
06. El oído afinado dirige la vela sensitiva...El sonido sordo y cauteloso del fruto...En el corazón del siglo soy un ser confuso...
07. Mi tiempo aún no tiene límites: yo acompañé el éxtasis del mundo, como la música en sordina del órgano acompaña una voz de mujer.
08. Y el maestro del taller de los cañones, el artesano de los monumentos de la fragua, me dice: no es nada, padre, ya te haremos uno así...
09. Me asombra el mundo cada vez más, y los niños y la nieve me asombran; pero la sonrisa es verdadera, como el camino, ni dócil, ni servil.
10. Regresa pronto a mí sin ti, me asalta el miedo, nunca antes como ahora tan profunda yo te sentí. Todo cuanto yo quiero lo veo en realidad.
11. Yo soy tan pobre como la naturaleza y tan simple como el firmamento, y mi libertad es tan quimérica como el canto de los pájaros nocturnos.
12. Tu rostro es lo más tierno entre lo tierno, tu mano es lo más blanco entre lo blanco, estás lejos de todo mundo y todo es inevitablemente tuyo.