Frases de La llamada de la selva

La llamada de la selva

17 frases de La llamada de la selva (The call of the wild) de Jack London... Los instintos primitivos de Buck vuelven tras una serie de sucesos que le ocurren cuando lo ponen a tirar de un trineo en el Yukón durante la fiebre del oro en Klondike (Canadá).

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Jack London son: aventura, historia sobre animales, lobo, quimera del oro, supervivencia del más apto, valor de la amistad, alcoholismo, ambición, amor inquebrantable, violencia, vida silvestre, escapar, liderazgo, voluntad de poder, superación de las dificultades.

Frases de Jack London Libros de Jack London

Frases de La llamada de la selva Jack London

01. El amor, un genuino amor apasionado, lo invadió por vez primera.


02. El fantasmal silencio del invierno había dado paso al intenso murmullo primaveral del despertar de la vida.


03. Tenía la fidelidad y la devoción nacidas al amparo del fuego y del techo, pero había conservado la ferocidad y la astucia.


04. Estaban vivos a medias, o quizá menos. No eran más que bolsas de huesos en las que todavía alentaba un débil soplo vital.


05. (...) Estaba sondeando las profundidades de su naturaleza y de aquellos elementos de su naturaleza que surgían de honduras más profundas, que se remontaban a las entrañas del tiempo.


06. Había aprendido la lección y no la olvidaría en su vida... Un hombre con un garrote era el que dictaba la ley, un amo a quien se obedece, aunque no necesariamente se acepte.


07. La vida fluía a través de él en espléndido torrente, gozoso y desenfrenado, y daba la impresión de que de puro éxtasis acabaría desbordándose y desparramándose con generosidad sobre el mundo.


08. Todas y cada una de las horas estuvieron llenas de conmoción y sorpresas. Lo habían arrancado de golpe del centro de la civilización y lo habían arrojado bruscamente al corazón mismo de lo primitivo.


09. Existe en la naturaleza una paciencia (tenaz, incansable, constante como la vida misma), que mantiene inmóvil durante horas a la araña en su tela, a la serpiente enroscada, a la pantera al acecho. Esa paciencia es propia de los seres cuyo sustento lo constituyen otros seres vivos.


10. Hay un momento de éxtasis que marca la culminación de una existencia y más allá del cual ésta ya no puede elevarse. Y la paradoja existencial consiste en que, pese a sobrevenirle cuando más vivo está el sujeto, le llega cuando ha olvidado por completo que lo está.


11. La sed de sangre se hizo en él más fuerte que nunca. Era un depredador, un animal de presa, que se alimentaba de seres vivientes; que solo, sin ayuda, gracias a su fuerza y su destreza, sobrevivía triunfante en un entorno hostil en el que únicamente lo hacían los fuertes.


12. Era el hombre que le había salvado la vida, lo que no era poco, pero además, era el amo ideal. Otros hombres se ocupaban de sus perros por sentido del deber y por conveniencia; pero éste lo hacía como si fueran sus propios hijos, porque le salía del alma.


13. Su astucia era la del lobo, una astucia salvaje; su inteligencia, la inteligencia del pastor escocés y el san bernardo; y esta conjunción, añadida a la experiencia adquirida en la más feroz de las escuelas, lo convertían en una criatura tan formidable como las que habitaban la selva.


14. Prevalecía en él la pura irrupción de la vida, la marea de existir, el perfecto goce de cada músculo, de cada articulación y de cada uno de sus tendones, por el hecho de que todo esto era la otra cara de la muerte, delirio y desenfreno expresado en el movimiento, en la carrera exultante bajo las estrellas...


15. El enfrentamiento por el liderazgo era inevitable.. Lo deseaba porque así se lo pedía su naturaleza, porque se había apoderado de él ese indescriptible e incomprensible orgullo del sendero y el arnés, un orgullo que sostiene a esos perros en su esfuerzo hasta el último aliento, que los lleva a morir en el tiro con alegría y les destroza el corazón si se los excluye del equipo.


16. (...) Y cuando en las noches quietas y frías dirigía el hocico hacia alguna estrella y aullaba como un lobo, eran sus antepasados, muertos y ya convertidos en polvo, los que dirigían el hocico a las estrellas y aullaban a través de los siglos. Y las cadencias de Buck eran las cadencias de ellos, las cadencias con que expresaban su pena y el significado que para ellos tenían el silencio, el frío y la oscuridad.


17. Había aprendido bien la ley del garrote y el colmillo y jamás renunciaba a una ventaja ni se echaba atrás ante un enemigo al que hubiera puesto en camino hacia la muerte. (...) no hay término medio: -vencer o ser vencido. La compasión era una debilidad. La compasión no existía en la vida primitiva. Se la confundía con el miedo, y estas confusiones conducían a la muerte. Matar o morir, comer o ser devorado, ésa era la ley.

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