Aprendí pronto que al emigrar se pierden las muletas que han servido de sostén hasta entonces, hay que comenzar desde cero, porque el pasado se borra de un plumazo y a nadie le importa de dónde uno viene o qué ha hecho antes. "Paula" (1994), Isabel Allende
"Paula" (1994) Frases de "Paula" (1994) Frases de Isabel Allende
Ella es luz en las horas inciertas, sostén cuando todo parece perdido.
Siendo una urdimbre infinitamente complicada de interrelación, la vida no puede existir sin el sostén del amor. Deseando dar vida a las formas, el amor se expresa en todos los modos de ser. Pero la forma es necesariamente individual y el intelecto discriminador es propenso a tomarla por la realidad última; de ahí nace el concepto de poder. Cuando el intelecto se desarrolla siguiendo su propio curso, embriagado por el éxito conseguido en el campo utilitario de la actividad humana, el poder ataca ciegamente y hace estragos a su alrededor.
Sostén como puedas un espíritu alegre; y nunca dudes que el destino ofrece un futuro grato por el dolor presente.
(...) Volví a pensar en mí mismo. Debido a mi pie herido, cada paso me producía un estremecimiento. "Unos metros más –pensaba-, unos metros más y esto habrá terminado. Caeré. Una llamita roja...Un disparo". La muerte me circundaba hasta ahogarme. Se adhería a mí. Sentía que habría podido tocarla. La idea de morir, de no ser más, comenzaba a fascinarme. No existir más. No sentir más los horribles dolores de mi pie. No sentir nada más, ni cansancio, ni frío, nada. Saltar fuera de la fila, dejarse deslizar hacia el borde del camino... La presencia de mi padre fue la única cosa que me lo impidió...Corría a mí lado, sin aliento, extenuado, acosado. No tenía derecho a morir. ¿Qué haría sin mí? Yo era su sostén. "La noche" (1958), Elie Wiesel
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Era evidente: vivíamos al borde de un precipicio. Sin embargo, aun en el borde de un precipicio es posible echar raíces que atraviesen la tierra y la roca; Raíces que se introduzcan incluso en los suelos más pobres hasta crear un sostén lo bastante seguro para que las ramas, por raquíticas que sean, produzcan hojas, flores y frutos. "Hacia el infinito" (2008), Jane Wilde Hawking
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Ahora diré cómo es Ottavia, ciudad-telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas con cuerdas y cadenas y pasarelas. Se camina sobre los travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o uno se aferra a las mallas de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé más abajo el fondo del despeñadero. Ésta es la base de la ciudad: una red que sirve de pasaje y de sostén. Todo lo demás, en vez de elevarse encima, cuelga hacia abajo; escalas de cuerda, hamacas, casas hechas en forma de saco, percheros, terrazas como navecillas, odres de agua, picos de gas, asadores, cestos suspendidos de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas, macetas con plantas de follaje colgante. Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Ottavia es menos incierta que en otras ciudades. Sabes que la red no sostiene más que eso. "Las ciudades invisibles" (1972), Italo Calvino
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