Convierte tu muro en un peldaño.
Sobre este muro frío me han dejado con la sombra ceñida a la garganta, donde oprime sus brotes de tormenta un canto vivo hasta quebrarse en ascuas.
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
(...) Porque eso significa enfrentar un muro de piedra y entender que ese muro no cederá ante ninguna de nuestras súplicas.
El amor de las mujeres por los hombres no es un muro a cuyo amparo ellos se puedan refugiar; es un obstáculo que se ha de franquear para vivir.
(...) Saliste corriendo a la calle, llevando tiza de color, y dibujaste en el muro, un sol, un tren y el rostro de la felicidad.
Dos prisioneros, en celdas vecinas, se comunican por medio de golpes contra el muro. El muro es lo que los separa, pero también lo que les permite comunicarse. Así nosotros con Dios. Toda separación es un nexo.
Veo un muro gris, un serio muro gris en el que el sol viene a pegarse como una estampilla la mitad del año, como una araña achatada, como una pasta amarilla que a la tarde se envuelve apergaminada hacia arriba. Veo también una pequeña ventana y en ella una cabeza enmarañada, sin peinarse y sin cuerpo, desnivelada al filo de una batiente abierta, con la mirada puesta lejos como hacia adentro.
Soñaba encontrar un muro de agua y el sol atravesándolo en el silencio.
Sólo somos el muro que retiene el jardín.
Cualquier trabajo de arquitectura que no sea capaz de expresar serenidad es precisamente un error. Por ello es un error reemplazar la protección de los muros con el uso incontenido de ventanales enormes, cosa que impera hoy...
(...) Sucede que la escritura se comporta de forma semejante al cuadro vuelto contra el muro, al descubrir inopinadamente, tras la oscuridad, su certeza, e incluso una sorprendente revelación o correspondencia, aunque a veces, en penosa parada, el vacío de la mente impide tornar la página para poblar el lugar predestinado.