Lo único que deseo es un cuarto en alguna parte, lejos del aire frío de la noche. Con una silla enorme, chocolate y una estufa a leña.
Te quiero desde el poste de la esquina, desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se duerme un agua de amapolas. "Otros Poemas Sueltos" (1994), Jaime Sabines
Frases de "Otros Poemas Sueltos" (1994) Frases de Jaime Sabines
Desde el cuarto que construimos a nuestro alrededor, estiramos las manos para tocas la ventana abierta al otro lado del jardín.
La felicidad es un usurero que, por un cuarto de hora de dicha que te presta, te hace pagar todo un cargamento de desgracias.
Mi alma feliz es como nuestro cuarto cálido cuando sé que está nevado y las calles se visten de blanco.
Cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado –dice cuando el teléfono deja de sonar-. Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que ahí es donde debe estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos. "Kafka en la orilla" (2002), Haruki Murakami
"Kafka en la orilla" (2002) Frases de "Kafka en la orilla" (2002) Frases de Haruki Murakami
La noche anterior, el cuarto había sido tan irreal como un escenario: un espacio de luz y sombras, colores y aromas de un fulgor inverosímil, en el cual nos habían otorgado la licencia de no ser nosotras mismas, o de ser algo más que nosotras mismas, como los actores. "El lustre de la perla" (1998), Sarah Waters
Frases de "El lustre de la perla" (1998) Frases de Sarah Waters
Escribir en la soledad de mi cuarto, es algo que yo puedo hacer, pero organizar un acto en contra de alguien, darle una cachetada a alguien, me es absolutamente imposible. Supongo que eso se debe a mi formación y también al peso de la religión sobre mis hombros, pero sobre todo por mi formación. Yo tuve una educación muy severa y todavía me fijo en el cómo, no me imagino, no me veo a mí misma cometiendo cualquier acto de agresión. Seguramente, lo puedo hacer en la soledad de mi escritura.
¿Cómo poder dormir, mientras que tú tiritas en el rincón más triste de mi cuarto?
Comenzaba a amanecer, pero las primeras y vagas luces del alba a duras penas lograban colarse por las tortuosas curvas de la calle de los Gastros, cuando el señor Rosendo, el barquillero que disfrutaba de más parroquia y popularidad en Marineda, se asomó, abriendo a bostezos, a la puerta de su mezquino cuarto bajo.
Cuarenta metros cúbicos de soledad, el cuarto. El abrigo de la percha, ahorcado, el sombrero en la mesa, como un cráneo, los zapatos, uno delante de otro, echando el paso. Y una escarpia negra posada en lo blanco.
Me fui a mi cuarto, cerré la puerta y puse la cabeza bajo la almohada y dejé que el silencio pusiera las cosas en el lugar que se suponía tenían que estar. "Las ventajas de ser invisible" (1999), Stephen Chbosky
"Las ventajas de ser invisible" (1999) Frases de "Las ventajas de ser invisible" (1999) Frases de Stephen Chbosky