Al oscurecerse el monte, arrebata el granate a las hojas del arce.
(...) Parece que el lugar insidioso fue de Natura para engaños hecho, ciego, inútil, oculto y temeroso, sólo para asechanzas de provecho, a un lado el monte es áspero y fragoso, y entre sus peñas va un camino estrecho, debajo un campo llano y apacible a las faldas se ve del monte horrible.
Tan blanca, sin figura, ya tu mano levanta la esquina de mi sueño... ¿Por dónde va tu carne? ¡Qué huida! : Monte, luz, aire...
La guerra está en el monte -dijo-. Desde que yo soy yo, en las ciudades no nos matan con tiros sino con decretos. "El amor en los tiempos del cólera" (1985), Gabriel García Márquez
"El amor en los tiempos del cólera" (1985) Frases de "El amor en los tiempos del cólera" (1985) Frases de Gabriel García Márquez
(...) Quizás ese lugar nos ha atraído como un imán desde el principio. Era allí que teníamos que ir, y es allí donde fuimos a parar casi sin saberlo, sobre las escarpadas pendientes gargánicas de monte Sant-Angelo. Mi madre había oído hablar de ese lugar; En cambio yo no sabía ni que existía. Nunca he sentido simpatía por los ángeles ni por cosas de ese estilo. No obstante debo decir que, al bajar a la cueva, he sentido algo extraño. Algo que se parecía al azoramiento... "Más fuego, más viento" (2002), Susanna Tamaro
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A ver amanecer sobre el monte vayamos, y a coger por los prados las flores que adoramos.
Frases de Theodore de Banville
Allá arriba, camaradas -decía, señalando solemnemente el cielo con su pico largo-, allá arriba, exactamente detrás de esa nube oscura que ustedes pueden ver, allí está situado Monte Azúcar, esa tierra feliz donde nosotros, pobres animales, descansaremos para siempre de nuestras fatigas. "Rebelión en la granja" (1945), George Orwell
"Rebelión en la granja" (1945) Frases de "Rebelión en la granja" (1945) Frases de George Orwell
Lo malo de este pueblo es que las mujeres tienen que quedarse solas en la casa mientras los hombres andan por el monte. "La mala hora" (1962), Gabriel García Márquez
"La mala hora" (1962) Frases de "La mala hora" (1962) Frases de Gabriel García Márquez
Han venido a las montañas a cazar. A cazar a un hombre. Y no sólo lo buscan los cadetes, sino también los hombres del pueblo. Llevamos tres días registrando el monte sin encontrarlo. Si el desertor hubiera llegado hasta aquí, no habría podido seguir adelante. Sólo se puede llegar a nuestro pueblo, que está al otro lado del valle, en una vagoneta que se utiliza para transportar madera. A causa de la crecida del río es imposible llegar a él por carretera. Pero hemos buscado por todas partes y no lo hemos encontrado. Así que abandonamos la búsqueda y nos volvemos a casa. Seguramente el desertor se habrá ahogado en el río. De modo que aquello era una cacería. Una cacería humana. Los campesinos se dedicaban a una silenciosa cacería nocturna, armados de lanzas de bambú y azadas, en busca de un soldado acosado que había huido al monte y tal vez se hubiera ahogado en el río que bajaba crecido. Todos suspiramos, pues la imagen de aquella sangrienta cacería no podía menos que oprimir pesadamente nuestros corazones. Estábamos en medio de una guerra. Y sobre nosotros se cernían peligros desconocidos igual que una bestia salvaje dispuesta a atacarnos. ¡Vaya cacerías hacían en aquellas tierras! "Arrancad las semillas, fusilad a los niños" (1958), Kenzaburo Oe
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Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, llueve sobre la tierra que es del mismo color que el cielo, entre blando verde y blando gris ceniciento, y la raya del monte lleva ya mucho tiempo borrada. - ¿Muchas horas? - No; muchos años. La raya del monte se borró cuando la muerte de Lázaro Codesal, se conoce que Nuestro Señor no quiso que nadie volviera a verla. "Mazurca para dos muertos" (1984), Camilo José Cela
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Cuando los corderos se pierden en el monte, dijo, se les oye llorar. Unas veces acude la madre. Otras el lobo. "Meridiano de sangre" (1985), Cormac McCarthy
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Era difícil perderse en Missoula aunque uno lo intentase. Allí donde uno estuviera, lo único que tenía que hacer para orientarse era mirar a su alrededor y buscar la gran letra M, grabada en relieve sobre un fondo blanco en mitad de la empinada elevación cubierta de hierba que se alzaba en la orilla sur del río Clark Fork. Pese a no ser más que una colina, se llamaba monte Sentinel, y si se tenían las piernas, los pulmones y la inclinación a recorrer a pie el sendero que ascendía sinuosamente por ella, desde la altura del letrero se podía mirar al otro lado del pueblo y contemplar una imagen del bosque y la montaña espolvoreada con la nieve de principios de otoño digna de un folleto turístico. "Cuando el abismo separa" (2005), Nicholas Evans
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