Disfruta de estas 35 frases de "El amor en los tiempos del cólera"... Libro de Gabriel García Márquez que sigue la vida de Florentino Ariza y Fermina Daza a lo largo de más de cincuenta años. Las frases exploran el amor perdurable, las segundas oportunidades y la búsqueda de la verdadera conexión emocional.
Índice
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en las frases y pensamientos de "El amor en los tiempos del cólera", de Gabriel García Márquez son: realismo mágico, adaptada al cine, fuerza de la pasión, ambientada en el caribe, historia de amor, matrimonio sin amor, amor platónico, amor a la distancia, nunca es tarde.
Frases de "El amor en los tiempos del cólera"
01. Infieles, pero no desleales.
02. Los viejos, entre viejos, son menos viejos.
03. Es feo y triste...Pero es todo amor.
04. La sabiduría nos llega cuando ya no nos sirve de nada.
05. El amor se hace más grande y noble en la calamidad.
06. La ética -dijo- se imagina que los médicos somos de palo.
07. No sintió la conmoción del amor sino el abismo del desencanto.
08. Nada se parece tanto a una persona como la forma de su muerte.
09. Es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.
10. Es una lástima encontrarse todavía con un suicidio que no sea por amor.
11. Los hijos no se quieren por ser hijos sino por la amistad de la crianza.
12. Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo.
13. La humanidad, como los ejércitos en campaña, avanza a la velocidad del más lento.
14. Desde la primera noche de luna, ambos se hicieron trizas los corazones con un amor de principiantes feroces.
15. Recuerda siempre que lo más importante de un buen matrimonio no es la felicidad sino la estabilidad.
16. No se atrevió a consolarla, sabiendo que habría sido como consolar una tigra atravesada por una lanza.
17. La muerte no era sólo una probabilidad permanente, como lo había sentido siempre, sino una realidad inmediata.
18. Ya me sobrará tiempo para descansar cuando me muera, pero esta eventualidad no está todavía en mis proyectos.
19. Se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna.
20. Le enseñó lo único que tenía que aprender para el amor: que a la vida no la enseña nadie.
21. La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.
22. Esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado.
23. Pero sabía, más por escarmiento que por experiencia, que una felicidad tan fácil no podría durar mucho tiempo.
24. La guerra está en el monte -dijo-. Desde que yo soy yo, en las ciudades no nos matan con tiros sino con decretos.
25. Los idiomas hay que saberlos cuando uno va a vender algo. Pero cuando uno va a comprar, todo el mundo le entiende como sea.
26. El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.
27. Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.
28. Tenía que enseñarle a pensar en el amor como un estado de gracia que no era un medio para nada, sino un origen y un fin en sí mismo.
29. Ella interponía siempre una barrera de rabia para que no se le notara el miedo. Y en ese caso, el más terrible de todos, que era el miedo de quedarse sin él.
30. Habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte.
31. La clandestinidad compartida con un hombre que nunca fue suyo por completo, y en la que más de una vez conocieron la explosión instantánea de la felicidad, no le pareció una condición indeseable.
32. Sabía que iba a casarse el sábado siguiente, en una boda de estruendo, y el ser que más la amaba y había de amarla hasta siempre no tendría ni siquiera el derecho de morirse por ella.
33. Eran gentes de vidas lentas, a las cuales no se les veía volverse viejas, ni enfermarse ni morir, sino que iban desvaneciéndose poco a poco en su tiempo, volviéndose recuerdos, brumas de otra época, hasta que los asimilaba el olvido.
34. Pero el examen le reveló que no tenía fiebre, ni dolor en ninguna parte, y lo único concreto que sentía era una necesidad urgente de morir. Le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y después a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos del cólera.
35. Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar la vida con él otra vez desde el principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir, y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado. Pero tuvo que rendirse ante la intransigencia de la muerte.