Es mi ferviente deseo y mi mayor ambición el dejar un trabajo con algunas instrucciones útiles para los pianistas futuros.
Soy un hombre feliz por tener una profesión que me permite viajar tanto. Y también puedo hablar de fortuna al decir que soy pianista. Un gran instrumento el piano, lo suficientemente grande para no poder llevárselo. En lugar de practicar puedo leer, comer, beber y dedicarme a otras actividades. ¿No soy un hombre afortunado?
Comencé mi carrera como pianista de guerra en el Café Nowoczesna, que estaba en la calle Nowolipki, en el mismo corazón del gueto de Varsovia. Para la época en que se cerraron las puertas del gueto, en noviembre de 1940, hacía tiempo que mi familia había vendido todo lo que podíamos vender, incluso nuestra más preciada pertenencia doméstica, el piano. La vida, por demás insignificante, me había obligado sin embargo a vencer mi apatía y buscar alguna forma de ganarme el sustento; gracias a Dios, había encontrado una. El trabajo me dejaba poco tiempo para cavilaciones, y la conciencia de que toda mi familia dependía de lo que yo ganara me ayudó a superar poco a poco mi anterior estado de amargura y desesperación. "El pianista del gueto de Varsovia" (1945), Wladyslaw Szpilman
"El pianista del gueto de Varsovia" (1945) Frases de "El pianista del gueto de Varsovia" (1945) Frases de Wladyslaw Szpilman
Me gustaría haber sido músico. Violinista o pianista. Porque ellos ven una nota y la pueden recrear. También hubiese querido ser director de orquesta. Miran la partitura y la pueden aprender de memoria y la pueden llevar consigo a todas partes. Puedes alcanzar cierta precisión.
Básicamente soy una especie de cóctel de pianista de jazz. Soy el primero en admitir que no soy del todo bueno con el piano.
Me gusta mucho la música. Si hubiera podido elegir mi carrera ideal, habría sido pianista de jazz como Fats Waller. De manera que la música es un acicate en mis libros. Todas sus tonalidades. Sus estructuras.
[Soy] El mejor pianista del mundo, no uno de los mejores, simplemente soy el más grande.
El color es en general un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El ojo es el martillo templador. El alma es un piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que, mediante una tecla determinada, hace vibrar el alma humana.
Cuando estaba en la escuela primaria, teníamos una profesora de música que nos impresionaba mucho por el sentimiento que ponía tocando el piano. Daba conciertos para los padres y madres, y solía cerrar los ojos con emoción desbordada. Y un día le pregunté a alguien si no era maravillosa, y me respondieron que no, que era terriblemente mala, que era incapaz de dar una nota. Ahí reside la esencia de todo. Los secretos se desvelan segundo a segundo, en un proceso de trabajo integral, permanente, de búsqueda e indagación, estableciendo equilibrios entre todos los elementos: la voz, el gesto, la emoción, el talento, la luz, el espacio...
Quienes tocamos el piano tenemos una relación muy íntima con él...Una conversación que va desde el alma hasta las entrañas de sus cuerdas invisibles. Para el pianista, el piano es un amigo que siempre está ahí; puedes acariciarlo a cualquier hora y, a cambio, te devuelve lo que tiene, su alma, su música. "El penúltimo sueño" (2005), Ángela Becerra
"El penúltimo sueño" (2005) Frases de "El penúltimo sueño" (2005) Frases de Ángela Becerra
Era el sonido de un piano perfectamente domesticado por su dueño.
Si yo fuera pianista, tocaría dentro de un maldito armario. "El guardián entre el centeno" (1951), Jerome David Salinger
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