Sin duda, las figuras y los peones parecían estar apiñados en el centro del tablero. Vartan quería llegar a algún sitio, pero a mí los árboles seguían impidiéndome ver el bosque. -Mi madre siempre ha creído que la muerte de mi padre no fue un accidente - admití, dejando de lado el pequeño detalle de que también imaginaba que esa bala podía haber ido dirigida a mí-. Siempre ha creído que el ajedrez tuvo algo que ver. Pero si tienes razón, y la muerte de mi padre está relacionada de alguna forma con la de Taras Petrosián, ¿Qué relación tendría todo eso con la pieza de ajedrez de Zagorsk? "El fuego" (2008), Katherine Neville
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Nuestras gentes son como las lagartijas, van tomando el color de la tierra, se meten a las chozas de donde salieron, vuelven a vestirse de peones y vuelven a esperar la hora de seguir peleando, aunque sea dentro de cien años. "La muerte de Artemio Cruz" (1962), Carlos Fuentes
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De peones de estancia habían pasado a ser hombres de pampa. Tenían alma de reseros, que es tener alma de horizonte. "Don Segundo Sombra" (1926), Ricardo Güiraldes
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Por eso, como los peones pasados a los que aludía Gris Marsala, ajenos ya a la batalla cuyo rumor se apagaba a sus espaldas, librados a su propia suerte e ignorando si quedaba en pie un rey por el que luchar, algunas piezas elegían su casilla en el tablero de ajedrez: un lugar donde morir. "La piel del tambor" (1995), Arturo Pérez-Reverte
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De la noche a la mañana los peones se habían vuelto ejidatarios y eran dueños de las derritas que antes trabajaban pal patrón. "El viento distante" (1963), José Emilio Pacheco
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