La arquitectura es una profesión peligrosa.
Si se ignora al hombre, la arquitectura es innecesaria.
Como meta, la arquitectura debe proponernos la creación de relaciones nuevas entre el hombre, el espacio y la técnica.
La función de la arquitectura debe resolver el problema material sin olvidarse de las necesidades espirituales del hombre.
Sólo recibiendo de la arquitectura emociones, el hombre puede volver a considerarla como un arte.
La arquitectura sólo se considera completa con la intervención del ser humano que la experimenta.
La arquitectura no existe. Existe una obra de arquitectura.
La arquitectura esta reprimida por la costumbre, los estilos son una mentira.
La arquitectura moderna no significa el uso de nuevos materiales, sino utilizar los materiales existentes en una forma más humana.
La arquitectura tiene el monopolio del espacio. Solamente ella, entre todas las artes, puede dar al espacio su valor pleno.
La historia de la arquitectura es la historia del hombre en su labor de organizar y dar forma al espacio.
La arquitectura es vida, o por lo menos es la vida misma tomando forma y por lo tanto es el documento más sincero de la vida tal como fue vivida siempre.