Ajedrecista: los elegidos de la duda. Cada hombre deberá buscarse un fin propio, válido solamente para él y realizar su proyecto particular, que tiene un valor meramente subjetivo. Elegimos todo lo que somos, y somos eso que elegimos.
El ajedrez no es para mí un juego sino un arte. Sí, considero que es un arte y me hago cargo de todas las obligaciones que eso implica. Todo ajedrecista destacado y con talento no es que tenga el derecho sino que tiene la obligación de considerarse artista.
El ajedrecista debe ante todo, tener presente sus propias cualidades, tanto positivas como negativas.
Pasado algún tiempo (cuya duración depende de la capacidad del principiante y de la seriedad con que tome el ajedrez), en el juego del ajedrecista novel comienza a aparecer cierta lógica. Este se percata paulatinamente del valor corporativo de las piezas que actúan en el tablero, se entera de que la reina, por ejemplo, vale más que una torre y un caballo juntos, y equivale a dos torres, que un caballo se equipara a tres peones, y así sucesivamente. Entonces, las jugadas del ajedrecista empiezan a adquirir un sentido determinado, pues procura acosar con sus piezas de menos valor las mayores de su rival e intentar efectuar cambios ventajosos.
Los elementos que caracterizan la calidad de las posiciones son casillas bien o mal defendidas, peones débiles, filas u columnas despejadas, etc. Al desmenuzar cada posición en sus elementos, un ajedrecista experto puede determinar su calidad igual que un químico desintegra un cuerpo en sus elementos componentes.
La peor obsesión de un ajedrecista es una partida aplazada "El tango de la guardia vieja" (2012), Arturo Pérez-Reverte
Frases de "El tango de la guardia vieja" (2012) Frases de Arturo Pérez-Reverte
- ¡Qué horror! ¿Qué harías, perdida con un ruso loco que solo sabe jugar al ajedrez? - Supongo que aprendería a jugar –respondí. Cuando empecé a vendarlo, hizo una mueca. - Creo que eso puede esperar – dijo cogiéndome por las muñecas. (...) - ¿Qué haces? – pregunté entre risas. Una vez en cubierta, me deslizó hacia abajo pegada a su cuerpo. El agua nos cubría por los pies mientras nos mirábamos. -Voy a mostrarte que más sabe hacer los maestros de ajedrez ruso - dijo. "El ocho" (1988), Katherine Neville
"El ocho" (1988) Frases de "El ocho" (1988) Frases de Katherine Neville