A quien nos justifica nuestra desconfianza llamamos enemigo, ladrón de una esperanza.
El ladrón es hoy decente a la fuerza se ha hecho gente, va no encuentra a quién robar.
Muéstrame un mentirosa y yo te mostraré un ladrón.
El poeta es realmente ladrón de fuego. "Una temporada en el infierno" (1873), Arthur Rimbaud
"Una temporada en el infierno" (1873) Frases de "Una temporada en el infierno" (1873) Frases de Arthur Rimbaud
Trabajar constituye un deber indispensable para el hombre social. Rico o pobre, poderoso o débil, todo ciudadano ocioso es un ladrón.
Frases de Jean-Jacques Rousseau
El sueño es el jardín preparado para las dudas, no sabes lo que es verdad, lo que no lo es. Te parece que es un ladrón y lo fusilas y después te comunican que ha sido un soldado, así ocurrió conmigo exactamente, por esto te llamé para decirme -sin error lo que es verdad- lo que no lo es.
Un ladrón es un financista impaciente.
-Amigo mío, mi esposo es un avaro que no me da nunca dinero; déjame coger un cordero, y tú dirás que se lo ha llevado un lobo. -Señora, -le respondió Fatal-, quisiera de todo corazón servirla, pero prefiero morir antes que decir una mentira y ser un ladrón. -No eres más que un tonto -le contestó la mujer-; nadie sabrá que lo has hecho. -Lo sabrá Dios, señora -respondió Fatal; Él ve todo cuanto hacemos y castiga a los mentirosos y a los que roban.
Frases de Jeanne Marie Leprince de Beaumont
Contra el salteador, el cuatrero y el ratero hay la acción criminal. Contra el ladrón literario no hay nada y, además, el robado costea el precio de la magnesia para pagar la bilis que produce el despojo.
Frases de Ignacio Manuel Altamirano
Me pregunto si te acuerdas de la historia que nos leyó mamá la primera noche que Sebastian se emborrachó...; quiero decir la noche mala. El padre Brown dijo algo así como "le cogí (al ladrón) con un anzuelo y una caña invisibles, lo bastante largos como para dejarle caminar hasta el fin del mundo y hacerle regresar con un tirón del hilo".
Él no sabía por qué aquella vieja robaba cabellos; por consiguiente, no podía juzgar su conducta. Pero a los ojos del sirviente, despojar de las cabelleras a los muertos de Rashomon, y en una noche de tormenta como ésa, cobraba toda la apariencia de un pecado imperdonable. Naturalmente, este nuevo espectáculo le había hecho olvidar que sólo momentos antes él mismo había pensado hacerse ladrón.
De modo que por fin había sucedido: estaba a punto de convertirme en ladrón, en un afanador de leche de tres al cuarto. En esto se había transformado el genio de genio pasajero, el cuentista de un solo cuento: en ladrón.