Gemido de animal feroz enamorado, este "cantar de cantares" es la eterna canción, la eterna canción que nos enseñó alguien en los primeros tiempos y aún cantamos...
Buscamos cada noche con esfuerzo, entre tierras pesadas y asfixiantes, ese liviano pájaro de luz que arde y se nos escapa en un gemido.
Dios o el universo, o lo que uno elija para nombrar los grandes sistemas de equilibrio y orden, no reconoce el tiempo terrestre. Para el universo, cuatro días no es distinto de cuatro mil millones de años luz. Yo trato de tenerlo siempre presente. Pero, al fin y al cabo, no soy más que un hombre. Y todas las elucubraciones filosóficas que puedo conjurar no me salvan de desearte, todos los días, a cada momento ni del despiadado gemido del tiempo, el tiempo que nunca puedo pasar contigo, dentro de mi cabeza. Te amo profundamente, totalmente. Y será siempre así.
En el silencio de la noche, se oyen gemidos, suspiros ahogados llenos de angustia y de sufrimiento, desgarradoras voces que piden socorro: ¿Quién podrá jamás describir las horribles agonías de esta trágica noche?
Porque aquello que quiso ser carcajada resonó tremendo gemido, clamor de aflicción de alguien que, dentro de su propio pecho, estuviera usurpando su risa y su sentir; de alguien desesperado y ardiendo en deseo de algo que sabe irremisiblemente perdido.
¿Qué importa que feroces me amenacen, ni que lancen gemidos los humanos, si yo arranco ruiseñor de sus manos la copa del placer?
No nos sirven las palabras....Gemir es mejor.... ¿o no?
(...) Que las nubes de tormenta se están reuniendo, el viento va a soplar. La raza del hombre está sufriendo y puedo oír el quejido, porque nadie, pero nadie puede hacerlo aquí solo. Solo, todo solo nadie, pero nadie puede hacerlo aquí solo. "Poesía completa" (1994), Maya Angelou
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Ella notó el cambio en su respiración, levantó la cara y lo miró. En la tenue claridad de la lunacada uno adivinó el amor en los ojos del otro. La tibia proximidad de Irene envolvió a Francisco como un manto misericordioso. Cerró los párpados y la atrajo buscando sus labios, abriéndolos en un beso absoluto cargado de promesas, síntesis de todas las esperanzas, largo, húmedo, cálido beso, desafío a la muerte, caricia, fuego, suspiro, lamento, sollozo de amor. Recorrió su boca, bebió su saliva, aspiró su aliento, dispuesto a prolongar aquel momento hasta el fin de sus días, sacudido por el huracán de sus sentidos, seguro de haber vivido hasta entonces nada más que para esa noche prodigiosa en la cual se hundiría para siempre en la más profunda intimidad de esa mujer. "De amor y de sombra" (1984), Isabel Allende
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Me convertí en una gemidora. Eso ponía ansiosos a la mayoría de los hombres. Francamente, les aterraba. Yo gemía con fuerza y ellos no podían concentrarse en lo que estaban haciendo. Se distraían, perdían la atención...Y entonces lo perdían todo. No podíamos hacer el amor en las casas de la gente. Las paredes eran demasiado delgadas. Acabé teniendo mala fama en mi edificio, y la gente me miraba con desprecio en el ascensor. Los hombres pensaban que era demasiado vehemente; otros me decían que estaba chiflada. "Los monólogos de la vagina" (1996), Eve Ensler
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Si no rompió tu voz ese gemido que acuchilla la turbia madrugada...Es que en tu corazón no ardía la hoguera que llamamos amor. "La vieja sirena" (1990), José Luis Sampedro
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