El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto.
Los dos poderes más apreciados en un autor son: convertir en familiares las cosas nuevas y en nuevas las familiares.
La excelencia del alimento mental reside menos en el tema que en la habilidad del autor para bien aderezarlo.
Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor, en el libro, sólo ha puesto sus mejores pensamientos.
El autor que habla de sus propios libros es peor que la madre que sólo habla de sus hijos.
Nada proporciona tanto placer a un autor como el encontrar sus propios trabajos respetuosamente citados por otros doctos autores.
Si practica el arte de la ficción y quiere ser como un autor masculino, la experiencia es vital.
Pienso a menudo que así como la literatura de algún autor es la hechura de su propia vida, así también la vida de un autor es lo que uno escribe.
Ser auténtico es ser literalmente su propio autor, para descubrir sus energías y aspiraciones innatas, y luego encontrar su propia manera de realizarlas.
El autor es quien da al inquietante lenguaje de la ficción sus unidades, sus nudos de coherencia, su inserción en lo real. "El orden del discurso" (1970), Michel Foucault
"El orden del discurso" (1970) Frases de "El orden del discurso" (1970) Frases de Michel Foucault
(Los libros) Que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras. "El guardián entre el centeno" (1951), Jerome David Salinger
"El guardián entre el centeno" (1951) Frases de "El guardián entre el centeno" (1951) Frases de Jerome David Salinger
Sería absurdo, desde luego, negar la existencia del individuo que escribe e inventa. Pero pienso que -al menos desde hace un cierto tiempo- el individuo que se pone a escribir un texto, en cuyo horizonte merodea una posible obra, vuelve a asumir la función del autor: lo que escribe y lo que no escribe, lo que perfila, incluso en calidad de borrador provisional, como bosquejo de la obra, y lo que deja caer como declaraciones cotidianas, todo ese juego de diferencias está prescrito para la función de autor, tal como él la recibe de su época, o tal como a su vez la modifica.