Si un hombre ha perdido una pierna o un ojo, sabe que ha perdido una pierna o un ojo; pero si ha perdido el yo, si se ha perdido a sí mismo, no puede saberlo, porque no está allí ya para saberlo. "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" (1985), Oliver Sacks
"El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" (1985) Frases de "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" (1985) Frases de Oliver Sacks
Para ser nosotros mismos hemos de tenernos a nosotros mismos, hemos de poseer, de reposeer si es preciso, nuestras historias biográficas. Hemos de "recolectar" nosotros mismos, recolectar el drama interior, la narración, la nuestra, la de nosotros mismos. El individuo necesita esa narración, una narración interior continua, para mantener su identidad, su yo. "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" (1985), Oliver Sacks
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La ciencia empírica, el empirismo, no tiene en cuenta al alma, no tiene en cuenta lo que constituye y determina el yo personal. "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero" (1985), Oliver Sacks
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El amor es el olvido del yo.
Frases de Henri-Frédéric Amiel
(...) El tiempo se rompió en secciones rotativas (él disparó del tacto a la palabra) y la palabra evoca la materia, ser la sustancia misma de las cosas o como integridad el yo representado la sucesión ha abierto lo que evoca.
Buscar el yo en el poderío del oro es edificar sobre arena.
Y este ser sincero, el yo, habla del cuerpo y lo quiere incluso cuando sueña y se forja ilusiones y aletea con un batir de alas rotas.
La experiencia amorosa une indisolublemente lo simbólico (lo prohibido, discernible, pensable), lo imaginario (lo que el Yo representa para sustentarse y agrandarse) y lo real (ese imposible donde los afectos aspiran a todo y donde no hay nadie que tenga en cuenta el hecho de que yo no soy más que una parte).
El yo que piensa se escucha pensar o se espanta de sus profundidades y, para sí, es otro. Descubre así la famosa ingenuidad de su pensamiento que piensa "ante sí", como se marcha "ante sí". Él se escucha pensar y se sorprende dogmático, extraño para sí. Pero el Yo es el Mismo ante esta alteridad, se confunde consigo, incapaz de apostasía frente a ese "sí" sorprendente.
La alegría no está en alcanzar el Yo ideal, sino en el proceso mismo de viajar hacia él sin despreciarse a sí mismo y sin ansiedad.
Para verse a uno mismo hay que mirar hacia donde uno no está. "Una investigación filosófica" (1992), Philip Kerr
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- ¿Por qué no le pusiste nombre al gato cuando vivía contigo? Pues no sé... -dije. Y con el encendedor del emblema del carnero encendí un cigarrillo-. Supongo que porque no me gustan los nombres. Yo soy yo; y tú eres tú; y nosotros, nosotros; y ellos, ellos. ¿Y para qué más, si con eso basta? , digo yo. "La caza del carnero salvaje" (1982), Haruki Murakami
"La caza del carnero salvaje" (1982) Frases de "La caza del carnero salvaje" (1982) Frases de Haruki Murakami