La gente no puede descubrir nuevas tierras hasta que tenga el valor de perder de vista la orilla.
En la otra cara de la tierra, tu risa, en esta cara de la tierra, la mía. En la otra cara de la tierra, tu vida, en esta orilla de la vida todo te espera.
Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos.
Tal ves mires a otro, igual que a mí aquel día y yo aquí recordándote a la orilla del mar.
Noche, madre sombría: cuando llegue el minuto negro de mi borrasca, hazme sufrirlo aquí, junto a la orilla del agua amarga que, si me vienen ganas de llorar, quiero tener azules las ideas, y en mis palabras el sonar de las mareas.
¿Has visto pasar los barcos desde la orilla? Recuerdan sus faros malabaristas, verdes, azules y sepia, que tu mirada trasciende la oscuridad de la niebla, y más aún, la ilumina a punto de transparencia.
"Algún día la muerte nos tomará de la mano. Pero hasta el día en que nos atrape nos veremos libres de ella". Yo pensaba así. Me parecía un razonamiento lógico. La vida está en la orilla; la muerte, en la otra. Nosotros estamos aquí, y no allí. "Tokio blues (Norwegian Wood)" (1987), Haruki Murakami
"Tokio blues (Norwegian Wood)" (1987) Frases de "Tokio blues (Norwegian Wood)" (1987) Frases de Haruki Murakami
¿Es acaso el mar con sus aguas pobladas de vidas, con sus playas, que fueron los primeros caminos empleados por el hombre, y su superficie infinita excitando en el bárbaro el deseo de recorrerla de una a otra orilla?
La poesía de sus costumbres y de sus creencias, de las que mucho se habla, la dejaron en la orilla del océano; acá solo trajeron malos hábitos, viveza y bellaquería, y si no nuestro Leonardo puede decir alguna cosa al respecto.
Frases de Manuel Antonio de Almeida
Y entre los oscuros pinos y la orilla plana, - ¡Oh, el viento, y el viento, para siempre! ¿Qué será del hombre? "Sonetos y otros versos" (1894), George Santayana
Frases de "Sonetos y otros versos" (1894) Frases de George Santayana
La diestra acariciando a la siniestra, para contemplar juntos, en la orilla más alta de la vida, el precipicio hermoso de la muerte.
De vez en cuando, en los días de viento, bajaba a través del parque hasta el lago y permanecía allí durante horas en la orilla, mirando como la superficie del agua se agitaba, formando figuras imprevisibles que brillaban sin orden en todas las direcciones. El viento era uno solo, pero sobre aquel espejo de agua parecían miles los que soplaban. De todas partes, Un espectáculo. Leve e inexplicable. "Seda" (1996), Alessandro Baricco
"Seda" (1996) Frases de "Seda" (1996) Frases de Alessandro Baricco