Frases del libro "Tokio blues (Norwegian Wood)" de Haruki Murakami

Tokio blues (Norwegian Wood)

Disfruta de estas 25 frases de "Tokio blues (Norwegian Wood)"... Una muerte influirá profundamente en los protagonistas de esta historia, una historia sobre la vida, las experiencias vitales de todo ser humano y particularmente sobre la pérdida y la sexualidad.

Índice

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en las frases y pensamientos de "Tokio blues (Norwegian Wood)", de Haruki Murakami son: enfermedad mental, suicidio, relaciones personales, enamorarse de otra persona, retrospección, conciencia de la muerte, sexualidad, sentido de la vida, búsqueda de la felicidad, depresión, movimientos sociales de 1968, triángulo amoroso, pérdida de un ser querido, obras que hacen referencia a the beatles.

Frases de "Tokio blues (Norwegian Wood)"

01. Dejé de comprender qué significaba querer a alguien.


02. Y cuando te enamoras, lo normal es abandonarte a este amor.


03. Desde que tú no estás, todo me parece insignificante, absurdo.


04. Lo que nos hace personas normales es saber que no somos normales.


05. Era el orgasmo más triste que había oído nunca.


06. No te compadezcas de ti mismo. Eso sólo lo hacen los mediocres.


07. Si leyera lo mismo que los demás, acabaría pensando como ellos.


08. La muerte no existe en contraposición a la vida sino como parte de ella.


09. A nadie le gusta la soledad. Pero no me interesa hacer amigos a cualquier precio.


10. ¿Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?


11. Cuando a tu alrededor todo son oportunidades, es muy difícil pasar de largo sin aprovecharlas, ¿Entiendes?


12. Si no quieres acabar en un manicomio, abre tu corazón y abandónate al curso natural de la vida.


13. Todo lo que parecía tener más valor –ella, mi yo de entonces, nuestro mundo- ¿Adónde ha ido a parar?


14. Cuando uno está rodeado de tinieblas, la única alternativa es permanecer inmóvil hasta que sus ojos se acostumbren a la oscuridad.


15. Eres muy bonita, Midori -corregí. ¿Cuánto? Tan bonita como para hacer que las montañas se derrumben y el mar se seque.


16. (...) Por eso ahora estoy escribiendo. Soy de ese tipo de personas que no acaban de comprender las cosas hasta que las ponen por escrito.


17. ¿Acaso no existe en mi cuerpo una especie de limbo de la memoria donde todos los recuerdos cruciales van acumulándose y convirtiéndose en lodo?


18. Hay dos tipos de personas: los que son capaces de abrir su corazón a los demás y los que no. Tú te cuentas entre los primeros.


19. Pero, a fin de cuentas, ¿Quién puede decir lo que es mejor? No te reprimas por nadie y, cuando la felicidad llame a tu puerta, aprovecha la ocasión y sé feliz.


20. - ¿Qué deben de hacer las hormigas los días de lluvia? –preguntó Midori. -No lo sé -dije-. Tal vez hagan la limpieza del hormiguero u ordenen la despensa. Porque las hormigas son muy trabajadoras.


21. Las cartas no son más que un trozo de papel. Aunque se quemen, en el corazón siempre queda lo que tiene que quedar; por más que las guardes, lo que no tiene que quedar desaparece.


22. "Algún día la muerte nos tomará de la mano. Pero hasta el día en que nos atrape nos veremos libres de ella". Yo pensaba así. Me parecía un razonamiento lógico. La vida está en la orilla; la muerte, en la otra. Nosotros estamos aquí, y no allí.


23. (...) El olor de la hierba, el viento gélido, las crestas de las montañas, el ladrido de un perro. Esto es lo primero que recuerdo. Con tanta nitidez que tengo la impresión de que si alargara la mano, podría ubicarlos, uno tras otro, con la punta del dedo. Pero este paisaje está desierto. No hay nadie. No está Naoko.


24. En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: Tengo que acabar con esto cuando antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida es como una caja de galletas.


25. Leía mucho, lo que no quiere decir que leyera muchos libros. Más bien prefería releer las obras que me habían gustado. (...) Así pues, no tenía este punto en común con los demás, y leía mis libros a solas y en silencio. Los releía y cerraba los ojos y me llenaban de su aroma. Sólo aspirando la fragancia de un libro, tocando sus páginas, me sentía feliz.

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