Inmerso en mi silencio eres el cielo que sostiene un arroyo, que levanta un árbol. En que un lucero corta su voz de eternidad.
A medida que se va acercando a la gran ciudad industrial, el arroyo se llena de impurezas.
Puede ser, entonces, que la forma nos sirva mejor cuando actúa como obstrucción, para desconcertarnos y desviar el curso que pensábamos seguir. Puede ser que cuando ya no sepamos qué hacer hayamos llegado a nuestro verdadero trabajo, y que cuando ya no sepamos adónde ir hayamos comenzado el verdadero viaje. La mente que no se desconcierta no se está empleando. El arroyo que encuentra un obstáculo es el que canta.
(...) Las corrientes, las cascadas y los saltos, son los grandes fenómenos de la vida del arroyo. No siendo todavía bastante fuerte para regularizar completamente la inclinación de su lecho, y minar las bases de la roca, arrasar los salientes de la piedra y reducir a polvo los cantos esparcidos, tiene el arroyo que salvar estos obstáculos saltando por encima o escaparse por los lados.
Hasta en la temporada en que la naturaleza se muestra más avara de sus riquezas, el arroyo nos encanta por su nuevo aspecto.
Para saborear todo cuanto ofrece de delicioso un paseo por la orilla del arroyo, es preciso que el derecho de la pereza haya sido vencido con el trabajo y que el espíritu cansado tenga necesidad de adquirir nuevo aliento contemplando la naturaleza.
La incesante batalla por la vida, que nos ha hecho enemigos del animal de los prados y del pájaro del cielo, excita también nuestros instintos contra los habitantes del arroyo.
El arroyo que yo he visto salir a la luz, tan limpio y alegre en el manantial, no es ahora más que una alcantarilla, en la que toda una ciudad arroja sus desechos.
Un arroyo es mi alma; Larga caricia de cristal que rueda sobre carne de seda, camino de diamantes de la calma. "El rosario de eros" (1924), Delmira Agustini
"El rosario de eros" (1924) Frases de "El rosario de eros" (1924) Frases de Delmira Agustini
No haré nada, salvo correr libremente por el verde mundo de belleza estival. Soñaré junto al arroyo al atardecer, vagaré sobre el Lago de Aguas Brillantes en una barcaza hecha de rayos de luna... "Ana la de Álamos Ventosos" (1936), Lucy Montgomery
Frases de "Ana la de Álamos Ventosos" (1936) Frases de Lucy Montgomery
El arroyo era como 12.845 cabinas de teléfono puestas en hilera, con altos techos victorianos y todas las puertas desmontadas y la parte trasera de la cabina desfondada.
Esos arroyuelos cantan sin que nadie se detenga a oír su música humilde y, sin embargo, no se intranquilizan y prosiguen su suave canción, armonizada con el ritmo de todos los mundos. "Pan" (1894), Knut Hamsun