Y él mismo se sintió derrotado porque luchaba contra algo que no odiaba y porque no entendía el odio fratricida entre los hijos de los profetas de Arabia y de Israel y porque amaba y agradecía y distinguía y salvaba los méritos de las culturas, aunque no las crueldades de los poderes, conocía y amaba las fuentes y jardines y patios y altas torres de al-Andalus, la naturaleza recreada por el hombre para el placer del hombre y no aniquilada para su mortificación. "Terra Nostra" (1975), Carlos Fuentes