¡Salud, primavera, princesa encantadora! Saludo engrandecido las gasas de tu velo. "Milongas clásicas, sonetos medicinales y Dios te salve. Discursos" (1919), Almafuerte
Frases de "Milongas clásicas, sonetos medicinales y Dios te salve. Discursos" (1919) Frases de Almafuerte
Llegole la vez a la vieja hada, la que dijo, temblándole la cabeza más a impulsos del despecho que de la vejez, que la princesita se heriría la mano con un huso y moriría de la herida. Este terrible don a todos estremeció y no hubo quien no llorase. Entonces fue cuando salió de detrás del tapiz la joven hada y pronunció en voz alta estas palabras: -Tranquilizaros rey y reina; vuestra hija no morirá de la herida. Verdad es que no tengo bastante poder para deshacer del todo lo que ha hecho mi compañera. La princesa se herirá la mano con un huso, pero, en vez de morir, sólo caerá en un tan profundo sueño que durará cien años, al cabo de los cuales vendrá a despertarla el hijo de un rey.
Durante años, la había adorado a distancia. La más constante imagen de ella en su pensamiento era la de la primera vez que la vio bajando las escaleras en el salón de Earlcastle y se dijo que debía de ser la princesa de un cuento. "Los pilares de la Tierra" (1989), Ken Follett
Frases de "Los pilares de la Tierra" (1989) Frases de Ken Follett
Princesa, cuyos conocimientos y crímenes merecen un elevado lugar en mi imperio, bien hacéis en emplear el tiempo que os resta; pues las llamas y los tormentos que se apoderarán pronto de vuestro corazón os mantendrán bastante ocupada.
En efecto, la dama que debía conducirme era, como ya lo dije, de una belleza perfecta y de un aspecto tan arrogante que al principio la tomé por la princesa misma.
Los cuentos de hadas se equivocaban. El príncipe no despertaba a la princesa con un beso, sino con una promesa. En sus brazos ella estaría a salvo para siempre. Ella despertaba para vivir feliz para siempre jamás. Si no lo hubiera sabido, la princesa habría preferido dormir para siempre.
Querían llevarla, pero saltó a las piedras de la plaza y se alejó caminando del edificio, hacia sus fuerzas, que se apartaron para dejarle paso. Las calles de Pudong estaban llenas de refugiados hambrientos y aterrorizados, y a través de ellos, con simples ropas de campesino manchada con su sangre y la de otros, cadenas rotas colgando de las muñecas y seguida por sus generales y ministras, caminó la princesa bárbara con su libro y su espada. "La era del diamante" (1995), Neal Stephenson
La casa estaba desierta y vacía. El frío penetraba por todos los rincones. En la bañera se había formado una fina membrana de hielo. Y ella había empezado a adquirir un ligero tono azulado. Pensó que, así tumbada, como estaba, parecía una princesa. Una princesa de hielo. El suelo sobre el que se sentaba estaba helado, pero el frío no lo preocupaba. Extendió el brazo y la tocó. La sangre de sus muñecas llevaba ya tiempo coagulada. El amor que por ella sentía jamás había sido tan intenso. Le acarició el brazo como si acariciase el alma que había abandonado aquel cuerpo. No se volvió a mirar cuando se marchó. Aquello no era un adiós. Era un hasta la vista. "La sombra de la sirena" (2008), Camilla Läckberg
Frases de "La sombra de la sirena" (2008) Frases de Camilla Läckberg
Es tu oportunidad, Filippo -lo animé-. Todo lo que puedo darte es la libertad. La princesa, en cambio, puede darte una parte importante de los beneficios de un asunto fracasado, que quizá con muchas probabilidades te conduzca a la horca. "Aquel asunto del rey" (1928), Dashiell Hammett
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No es de extrañar que troyanos y griegos empuñen las armas por la princesa Helena, que respira el aire del alto Olimpo. Siéntate, niña querida; esta guerra no es tuya, sino de los Inmortales.
(...) La tienda estaba vacía y entró una mujer hindú. Parecía y tal vez fuera una princesa. Me compró algunos colgantes de bisutería. Yo, por descontado, estaba a punto de desmayarme. Tenía la piel cobriza, el pelo largo, rojo, y por lo demás era perfecta. La belleza intemporal. Cuando tuve que cobrarle me sentí muy avergonzado. Ella me sonrió como si me dijera que lo entendía y que no me preocupara. Luego desapareció y nunca más he vuelto a ver a alguien así. A veces tengo la impresión de que era la mismísima diosa Kali, patrona de los ladrones y de los orfebres, sólo que Kali también era la deidad de los asesinos, y esta hindú no sólo era la mujer más hermosa de la Tierra sino que también parecía ser una buena persona, muy dulce y considerada.
Ahora estás en la historia, con todos nosotros, y debes seguir en ella, quieras o no. Si quieres encontrar a tu pueblo, si quieres volver a ser una unicornio, debes proseguir el cuento de hadas hasta el castillo del rey Haggard, o hacia cualquier otro lugar que decida. La historia no puede terminar sin la princesa.