Me abandono en tu mar, me dejo tuya como darse hay que hacerlo para serte.
Allí, en la esquina más negra del desamparo, donde el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras, los recuerdos me asaltan.
Y en esta muchacha no había afirmación ni negativa, no había ninguna respuesta. Lo único que la distinguía de un cadáver era que respiraba y que tenía la sangre caliente. De hecho, cuando se despertara a la mañana siguiente, ¿Acaso sería muy distinta de un cadáver con los ojos abiertos? Ahora no había en la muchacha amor, vergüenza ni miedo. Cuando se despertara, podría haber amargura y remordimiento. No sabría quién la había poseído. "La casa de las bellas durmientes" (1961), Yasunari Kawabata
"La casa de las bellas durmientes" (1961) Frases de "La casa de las bellas durmientes" (1961) Frases de Yasunari Kawabata
Uno no se mata por el amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestro desamparo, la nada.
Tuve que luchar contra mí misma para no caer en esa anticipación del desamparo y de la desdicha, para volver a ejecutar actos cotidianos, saber que aún vivías y estarías pronto de vuelta en el Jardín Azul.
Podía imaginárselos como hombres socialmente exitosos. Pero entre ellos debía de haber algunos que habían prosperado practicando el mal y que conservaban sus ganancias con reiteradas malas acciones. No serían hombres en paz con ellos mismos. Estarían entre los derrotados, o más bien entre las víctimas del terror. Mientras yacían al lado de la carne de muchachas desnudas que dormían un sueño inducido, en sus corazones habría algo más que temor a la muerte cercana y nostalgia de su juventud perdida. Podría haber también remordimiento, y hasta inquietud, tan común en las familias de los prósperos. No tendrían ningún buda ante quien arrodillarse. La muchacha desnuda no sabría nada, no abriría los ojos si uno de los ancianos la tomaba con fuerza en sus brazos, no derramaría lágrimas ni sollozaría, ni siquiera gemiría. El anciano no necesitaría sentir vergüenza, su orgullo permanecería intacto. Los remordimientos y la tristeza podrían fluir libremente. ¿Y acaso no podría ser la propia bella durmiente una especie de Buda? Era de carne y hueso, y su piel joven y su fragancia podían significar el perdón para los tristes ancianos. "La casa de las bellas durmientes" (1961), Yasunari Kawabata
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La indefensión es el estado psicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables. ¿Qué significa el que un acontecimiento sea incontrolable? (...) un acontecimiento es incontrolable cuando no podemos hacer nada para cambiarlo, cuando hagamos lo que hagamos siempre ocurrirá lo mismo. "Indefensión" (1975), Martin Seligman
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Las personas que se dan por vencidas con facilidad consideran que las causas de los sucesos negativos que les sobrevienen son permanentes, que las desgracias perdurarán y afectarán su vida para siempre. Las personas que se resisten a la indefensión consideran que las causas de los sucesos negativos son transitorios. "La auténtica felicidad" (2002), Martin Seligman
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No ser comprendido por un perro, ¿No es acaso la última palabra del desamparo moral? "Los recuerdos de un pobre diablo" (1895), Octave Mirbeau
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