(...) No necesitas competir con nadie, o más bien, la única competencia es contigo mismo.
¿No nos habían hablado siempre de lo vicioso de la competición por beneficios, donde los hombres tienen que competir por ver quien hace un trabajo mejor que sus compañeros? Muy vicioso, ¿verdad? Bien, tendrían que haber visto como era cuando todos nosotros teníamos que competir por ver quién hacía el peor trabajo posible. No hay forma más segura de destruir a un hombre que forzarlo a estar en un puesto donde su objetivo deba ser no hacer las cosas lo mejor que sepa, donde debe luchar por hacer un mal trabajo, día tras día. Eso acabará con él con él más rápido que el alcoholismo o la vagancia.
Es imposible competir contra la fuerza del tiempo, que es un constante proceso de destrucción.
Frases de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann
Ningún temor puede competir con el hambre, no existe paciencia capaz de acabar con ella, la repugnancia simplemente no existe allí donde hay hambre, y por lo que se refiere a la superstición, las creencias y lo que ustedes podrían llamar principios no son más que hojas muertas que se lleva el viento. "El corazón de las tinieblas" (1899), Joseph Conrad
"El corazón de las tinieblas" (1899) Frases de "El corazón de las tinieblas" (1899) Frases de Joseph Conrad
Compararse es competir, es poner la valía personal en los resultados y no en la satisfacción de ser como uno es. "Maravillosamente Imperfecto, Escandalosamente Feliz" (2016), Walter Riso
Frases de "Maravillosamente Imperfecto, Escandalosamente Feliz" (2016) Frases de Walter Riso
En el mundo árabe, toda obra de arte debe tener una pequeña tara para que no sea considerada sacrílega al competir con la perfección de Dios. "Un mundo sin fin" (2007), Ken Follett
Frases de "Un mundo sin fin" (2007) Frases de Ken Follett
Ninguna palabra puede competir con esta lluvia sin compasión. Lo único que puede enfrentarse al sonido de esta lluvia, que puede hacer añicos este muro de sonido, es el grito de un hombre que se niegue a humillarse en esta charlatanería, el grito de un espíritu sencillo que no conozca palabras. "Sed de amor" (1950), Yukio Mishima