
13 frases de Un mundo sin fin (World without end) de Ken Follett... Otra vez en la ciudad ficticia de Kingsbridge, en un mundo donde aquellos que defienden la tradición se enfrentan a las mentes más progresivas, Follett teje una historia de amor y odio, de ambición y venganza.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Ken Follett son: ficción histórica, peste negra, relaciones de poder, dejarlo todo por amor, venganza, ambición de poder, odio, medieval.
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Frases de Un mundo sin fin Ken Follett
01. Hay hombres que hacen más caso del orgullo que del sentido común.
02. Un ejército es como una plaga de langostas, arrasan con todo cuanto encuentran a su paso.
03. Era joven, (...), pero mostraba el mismo aspecto poco sano del libertinaje. El aliento le apestaba a alcohol.
04. (...) Lo que en realidad valoraban era su dignidad. Habrían preferido la muerte a la humillación.
05. La integridad personal es como una espada: no debería blandirse hasta el momento de ponerla a prueba.
06. Has sido como una plaga en mi vida. Con todo mi corazón, desearía no haberte conocido jamás.
07. Decía que la integridad personal es como una espada: no debería blandirse hasta el momento de ponerla a prueba.
08. Lamento hacerte tan desdichado. -No lo sientas. Lamenta más bien haberme hecho feliz. Eso es lo que duele, que me hicieras tan feliz.
09. Todos toman lo que les conviene de las enseñanzas de la Iglesia y dejan de lado aquello que no se adapta a su forma de vida.
10. En el mundo árabe, toda obra de arte debe tener una pequeña tara para que no sea considerada sacrílega al competir con la perfección de Dios.
11. (...) No anhelaba en absoluto el resto de las implicaciones del matrimonio. Ella quería un amante, no un señor; quería vivir a su lado, no consagrar su vida a él.
12. Al cabo de un tiempo, cuando su ira se haya calmado y esté encarrilada en una nueva rutina, echará de menos a alguien con quien hablar, un cuerpo firme que tocar, una cara barbuda que besar. Entonces pensara en mí.
13. La suya era una relación de hacía muchos años, pero ella era una mujer extraordinaria: una priora que ponía en tela de juicio gran parte de las enseñanzas de la Iglesia; sanadora de gran fama que cuestionaba la medicina tal como la practicaban la mayoría de los doctores; y una monja que se entregaba con fervor a su hombre cuando hacían el amor, siempre que tenían ocasión. "Si hubiera querido una relación convencional -pensó Merthin-, tendría que haber escogido a una mujer convencional".