La verdad es que no conviene ser presidente, sino vice. Si las cosas marchan bien, el presidente anda de viaje y el vicepresidente disfruta de la vida. Ocupa el sillón presidencial, se fuma los cigarros del presidente, abre los cajones, le lee las cartas y se divierte como loco. Y si las cosas marchan mal, al presidente lo echan y el vice se queda de patrón.
Porque además de vigilar el orden, la paz, la justicia y la democracia al igual que un presidente, un Príncipe tiene que velar por la belleza y la tradición, por la elegancia.
Veo al país siempre con optimismo. Creo que el cambio depende de cada uno de nosotros, y no sólo del Presidente.
No habrá una guerra fratricida porque el Gobierno y el pueblo lo impedirán. Tampoco habrá un Presidente que se suicide, porque el pueblo sabrá responder.
Creo que el mayor activo que un presidente puede tener es la capacidad de obtener una buena noche de sueño.
Nadie abandona el cargo de presidente con el mismo prestigio y respeto que le llevó ahí.
¿Cómo es posible denominar "hombre de acción" a quien por su trabajo de presidente en una empresa hace ciento veinte llamadas telefónicas diarias para adelantarse a la competencia? ¿y es tal vez un hombre de acción el que recibe elogios porque aumenta las ganancias de su sociedad viajando a países subdesarrollados y estafando a sus habitantes? Por lo general, son estos vulgares despojos sociales los que reciben el apelativo de hombres de acción en nuestro tiempo.
Cualquier hombre que quiera ser presidente es loco o tiene un ego enorme.
Cuando a un americano se le pone una idea en la cabeza, nunca falta otro americano que le ayude a realizarla. Basta que sean tres, eligen un presidente y dos secretarios. Si llegan a cuatro, nombran un archivero, y la sociedad funciona. Siendo cinco se convocan en asamblea general, y la sociedad queda definitivamente constituida.
Fui nombrado presidente de la República, y no de mis amigos.
Frases de Domingo Faustino Sarmiento
Su pueblo, señor Presidente, es una gran bestia.
La indiferencia del nuevo Presidente, aquel espectro somnoliento que jamás levantaba la mirada del suelo, contrastaba, sin duda, con el vivo interés que había mostrado nuestra Primera Dama... La primera medida que tomó, aún antes de trasponer el vestíbulo, fue la redecoración completa de la casa presidencial. "El príncipe" (2000), Federico Andahazi