(...) Más aún, y como señal visible de que Londres es un lugar olvidado de Dios, caen sobre ella ciertos días, sin previa advertencia, unas nieblas frías, que privan por completo a la ciudad de la luz del sol; la gente, hombres y mujeres, y los conductores de vehículos, caminan a tientas y lanzando bramidos dentro de esta sima a las doce del día, sin verse unos a otros. "Cuentos de la India" (1935), Rudyard Kipling
Frases de "Cuentos de la India" (1935) Frases de Rudyard Kipling