Vuelve a entrar en Ciudad del Cabo por la N2. Ha estado fuera algo menos de tres meses, aunque en este lapso los asentamientos de los chabolistas han tenido tiempo suficiente para saltar al otro lado de la autopista y extenderse hacia el este del aeropuerto. El flujo de los vehículos debe ralentizarse mientras un niño con un palo arrea a una vaca extraviada para alejarla de la calzada. Es inexorable, piensa: el campo va llegando a las puertas de la ciudad. Pronto habrá ganado paciendo otra vez por el parque de Rondebosch; pronto la historia habrá trazado un círculo completo. "Desgracia" (1999), J. M. Coetzee
"Desgracia" (1999) Frases de "Desgracia" (1999) Frases de J. M. Coetzee
Ciudad del Cabo: una ciudad pródiga en belleza, en bellezas. "Desgracia" (1999), J. M. Coetzee
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(...) No es algo nuevo: prácticamente no deja pasar un trimestre sin enamorarse en mayor o menor medida de alguna de sus alumnas. Ciudad del cabo: una ciudad pródiga en belleza, en bellezas. "Desgracia" (1999), J. M. Coetzee
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¿Por qué iba a querer recorrer la miseria y el caos solo para escribir sobre esa misma fealdad y esa miseria? El infortunio no es exclusivo de África. La barriada marginal y sórdida en Luanda no solo es idéntica a la de Ciudad del Cabo, Johannesburgo y Nairobi; todas ellas se parecen enormemente, en su desesperación, a sus homólogas de otras partes del mundo. Un campamento ilegal en California reproduce en cada detalle un campamento ilegal en África, y a un escritor de viajes le merece la pena examinarlo precisamente por eso. Pero yo no soy ese escritor, no estoy tan entregado a las incomodidades ni tengo el corazón tan noble. "El último tren a la zona verde" (2013), Paul Theroux
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Hacia la ciudad del Cabo el cielo se había vuelto de un negro de humo de incendios como la noche en que habían cantado los caracoles de la montaña y de la costa. "El reino de este mundo" (1949), Alejo Carpentier
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