El amor llenará al cabo el pecho de los hombres. "OC 9 - En los Estados Unidos I. Escenas norteamericanas 1881-1883" (1936), José Martí
Frases de "OC 9 - En los Estados Unidos I. Escenas norteamericanas 1881-1883" (1936) Frases de José Martí
Puse el calentador en mi pecho. Pero mi corazón estaba lejos.
El éxito me llevó a su pecho como una maternal boa constrictora.
Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido de cosas que tú ignoras, de mundos que lo mueven...
En el pecho del sabio, aun sanada la herida, queda señal.
Dentro del pecho se abren corredores anchos, largos, que sorben todos los mares.
Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?
Frases de Sor Juana De La Cruz
El niño se alimenta los primeros años del pecho de la madre, pero de su corazón toda la vida.
En un cuerpo nacido, años antes, empezaba a aposentarse la vida de nuevo; todas las cosas aparecían por primera vez ante mis ojos asombrados; el amor me colmaba el pecho, un amor vasto y tranquilo, para las piedras y los animales, para las plantas y los hombres, para la tierra y para el agua...Un amor...Un amor que no se siente a menudo y que lava el alma, la purifica, la eleva. "La mañosa" (1936), Juan Bosch
Frases de "La mañosa" (1936) Frases de Juan Bosch
Y así es la vida, y cuando yo sea grande y tenga un hijo, le diré: "Tenés que trabajar. Yo no te puedo mantener". Así es la vida. Un ramalazo de frío me sacudía en la silla. Ahora, mirándola, observando su cuerpo tan mezquino, se me llenó el corazón de pena. Creía verla fuera del tiempo y del espacio, en un paisaje sequizo, la llanura parda y el cielo metálico de tan azul. Yo era tan pequeño que ni caminar podía, y ella flagelada por las sombras, angustiadísima, caminaba a la orilla de los caminos, llevándome en sus brazos, calentándome las rodillas con el pecho, estrechando todo mi cuerpecito contra su cuerpo mezquino, y pedía a las gentes para mí, y mientras me daba el pecho, un calor de sollozo le secaba la boca, y de su boca hambrienta se quitaba el pan para mi boca, y de sus noches el sueño para atender a mis quejas, y con los ojos resplandecientes, con su cuerpo vestido de míseras ropas, tan pequeña y tan triste, se abría como un velo para cobijar mi sueño. ¡Pobre mamá! Y hubiera querido abrazarla, hacerle inclinar la emblanquecida cabeza en mi pecho, pedirle perdón de mis palabras duras, y de pronto, en el prolongado silencio que guardábamos, le dije con voz vibrante: -Sí, voy a trabajar, mamá. Quedamente: -Está bien, hijo, está bien...-y otra vez la pena honda nos selló los labios. "El juguete rabioso" (1926), Roberto Arlt
"El juguete rabioso" (1926) Frases de "El juguete rabioso" (1926) Frases de Roberto Arlt
He vuelto mis ojos, convocados por ti. Esta tormenta que surge no retendrá mi espíritu, sino que lo exaltará. Todo mi cielo residió en tu pecho, y sólo allí encontraré la eternidad.
¿Y si Dios fuera una mujer? Alguno dijo ¿Y si Dios fuera las Seis Enfermeras Locas de Pickapoon? Dijo alguno ¿Y si Dios moviera los pechos dulcemente? "Relaciones" (1973), Juan Gelman