Frases de macondo

Macondo, más que un lugar del mundo, es un estado de ánimo. "El olor de la guayaba" (1982), Gabriel García Márquez

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Entonces veo otra vez la calle, el polvo luminoso, blanco y abrasador, que cubre las casas y que le ha dado al pueblo un lamentable aspecto de mueble arruinado. Es como si Dios hubiera declarado innecesario a Macondo y lo hubiera echado al rincón donde están los pueblos que han dejado de prestar servicio a la creación. "La Hojarasca" (1955), Gabriel García Márquez

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Se acordó de Macondo. El coronel esperó diez años a que se cumplieran las promesas de Neerlandia. En el sopor de la siesta vio llegar un tren amarillo y polvoriento con hombres y mujeres y animales asfixiándose de calor, amontonados hasta en el techo de los vagones. Era la fiebre del banano. En veinticuatro horas transformaron el pueblo. "Me voy", dijo entonces el coronel. "El olor del banano me descompone los intestinos". Y abandonó a Macondo en el tren de regreso, el miércoles veintisiete de junio de mil novecientos seis a las dos y dieciocho minutos de la tarde. "El coronel no tiene quien le escriba" (1961), Gabriel García Márquez

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Me acordé de Macondo, de la locura de su gente que quemaba billetes en las fiestas; de la hojarasca sin dirección que lo menospreciaba todo, que se revolcaba en su ciénaga de instintos y encontraba en la disipación el sabor apetecido. "La Hojarasca" (1955), Gabriel García Márquez

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Hay un minuto en que se agota la siesta. Hasta la secreta, recóndita, minúscula actividad de los insectos cesa en ese instante preciso; el curso de la naturaleza se detiene; la creación tambalea al borde del caos y las mujeres se incorporan, babeando, con la flor de la almohada bordada en la mejilla, sofocadas por la temperatura y el rencor; y piensan: "Todavía es miércoles en Macondo". "La Hojarasca" (1955), Gabriel García Márquez

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Me tranquiliza saber que alguien me recordará en Macondo. "La Hojarasca" (1955), Gabriel García Márquez

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Creo a Macondo capaz de todo después de lo que he visto en lo que va corrido de este siglo. "La Hojarasca" (1955), Gabriel García Márquez

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La pimienta picante, el profundo silencio de la casa y la sensación de desconcierto que en aquel instante ocupaba su corazón, lo transportaron de nuevo a su escueto cuartito de principiante en el ardiente mediodía de Macondo. "La mala hora" (1962), Gabriel García Márquez

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En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto. "Cien años de soledad" (1967), Gabriel García Márquez

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Los padres de Candela habían llegado a la ciudad de abajo a finales de siglo, desplazados de un pueblo de la costa, Macondo, que había sido diezmado, primero por las matanzas oficiales y luego por las burradas de la guerrilla, las amenazas de los narcos y las masacres de los paramilitares. Lo habían perdido todo: la casa, la inocencia, el entusiasmo, la fantasía, la confianza en la magia y hasta la memoria. De su aldea de casas de barro y cañabrava, de los espejismos del hielo, la astrología y la alquimia, sólo recordaban la lluvia interminable o la sequía infinita en la parcela ardiente donde intentaban en vano cultivar raíces de yuca y de ñame para los sancochos sin carne. Habían llegado a Angosta con lo puesto, salvo un pescadito de oro que su madre había heredado de un bisabuelo, y lo cuidaba como la niña de sus ojos, después de un viaje a pie de veintiseis días por ciénagas, selvas, páramos y cañadas. "Angosta" (2004), Héctor Abad Faciolince

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Macondo

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Pueblo ficticio creado por el escritor colombiano Gabriel García Márquez y mencionado en sus novelas "La Hojarasca", "El coronel no tiene quien le escriba", "Los funerales de la Mamá Grande", "Cien años de soledad", "Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo", "Crónica de una muerte anunciada" y "El olor de la guayaba".

Ver también

Frases de fantasía Frases de ficción Frases de novela

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