El karate es un arte de defensa propia y, al a vez, un medio de mejorar y mantener la salud.
En el karate como deporte se realizan competencias con el objetivo de determinar la habilidad de los participantes. Esto hay que recalcarlo porque, nuevamente, es algo que nos causa preocupación, pues existe la tendencia a darle demasiado énfasis al triunfo en las competencias y, quienes tal hacen, descuidan la práctica de las técnicas fundamentales ya que optan por intentar jiyu kumite en cuanto se les presenta la oportunidad.
El tender a un salvaje despliegue de fuerza y de potencia en una competencia es algo completamente indeseable. Cuando eso sucede, la cortesía para con el oponente se olvida por completo y tal cosa es de primordial importancia en cualquier expresión del karate.
Decidir quién es el vencedor y quien el derrotado no es el objetivo último del karate. El karate-do es un arte marcial para el desarrollo del carácter por medio del entrenamiento a fin de que sus adeptos puedan remontar cualquier obstáculo, tangible o intangible.
Como en cualquier otro deporte, el ritmo correcto es uno de los factores más críticos en el karate. (...) Actuar una fracción de segundo antes o después no es sino un error.
El entusiasta del karate que exagera y por lo tanto pervierte la naturaleza del arte, es un charlatán no muy sincero y ciertamente podrá tener éxito en fascinar a los que lo escuchan y convencerlos de que el karate es a veces terrible. Pero lo que dice es totalmente falso y además él lo sabe.
A menudo me pregunta la gente si la capacidad de un practicante de karate depende de cuantas tablas o tejas es capaz de romper con un golpe de su mano. No hay relación, por supuesto, entre las dos cosas. Puesto que el karate es uno de los más refinados artes marciales, un practicante que se jacte de cuantas tablas o tejas puede romper con sus manos o que reivindique que es capaz de rasgar la carne hasta deshacerla o arrancar las costillas, tiene una concepción muy pequeña de lo que es el verdadero karate.
Algunos jóvenes entusiastas del karate creen que pueden aprender sólo a través de instructores en un Dojo, pero éstos son sólo tecnicistas y no verdaderos karatekas. Hay un dicho budista que dice "cualquier lugar puede ser un Dojo" y es un dicho que cualquiera que quiera seguir el camino del karate nunca debe olvidarlo. El Karate do no es solo adquirir ciertas habilidades defensivas sino también el aprendizaje del arte de ser un miembro de la sociedad bueno y honesto.
Querer al karate, quererse a sí mismo, querer a la familia y amigos: todo conduce eventualmente a querer el país de uno. El verdadero significado del karate solo puede ser adquirido a través de ese sentimiento.
El asesino es un experto en karate, o al menos sabe lo que hace. Algo más. (...) Todas las víctimas debían de conocer al asesino, conocerlo lo suficientemente bien como para no sentir ningún miedo cuando se les aproximó. "Un problema de tres pipas" (1975), Julian Symons
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