¿Qué es nuestra imaginación comparada con la de un niño que intenta hacer un ferrocarril con espárragos?
El trazado del ferrocarril obedecía los caprichos de la sierra, yendo unas veces adherido a las faldas de la montaña, otras suspendido sobre los precipicios, evitando los ángulos bruscos por medio de curvas atrevidas, penetrando en gargantas estrechas, que parecían sin salida.
Si yo hubiera inventado el ferrocarril no habría consentido que nadie montara en él sin mi permiso.
El tranvía circula exclusivamente a la vista y participa del tráfico urbano; el ferrocarril metropolitano circula por túneles realizados exclusivamente para ellos a para los ferrocarriles subterráneos con instalaciones de seguridad adicionales, así como por vías independientes a la altura de las calles.
El caminante que sube a una montaña se vuelve dueño de sí mismo y responsable de su propia vida: no está sometido a los caprichos de los elementos como el navegante aventurero sobre los mares; menos aún como el viajero transportado en ferrocarril, simple carga humana facturada, etiquetada, controlada y expedida a hora fija bajo la vigilancia de un empleado uniformado.
Un billete de ferrocarril se desea por la utilidad del viaje a que da derecho. Si las compañías de ferrocarril ajustan sus billetes a la longitud de los trayectos respectivos, un billete que proporcione un viaje largo es más deseable que el que sólo da derecho a uno corto; y en el caso de que las longitudes de todos los viajes se duplicaran, este aumento de longitudes ocasionaría únicamente una perturbación muy pequeña.
Era una vida bestial la de esa gente. Vea...Del campo me acuerdo el amanecer, las primeras horas después de almorzar y del anochecer. Son tres terribles momentos de ese campo nuestro, que tiene una línea de ferrocarril cruzándolo, hombres con bombachas parados frente a un almacén de ladrillos colorados y automóviles Ford haciendo línea a lo largo de la fachada de una Cooperativa. "Los lanzallamas" (1931), Roberto Arlt
"Los lanzallamas" (1931) Frases de "Los lanzallamas" (1931) Frases de Roberto Arlt
Yo detesto su ciudad. Ha uniformado la belleza de la vida. Es una gran estación de ferrocarril...Donde todo el mundo toma billetes para los mejores cementerios.
Todas las mañanas, voy a trabajar, voy con muchas ganas, y con felicidad. Si alguna vez quieres, encontrarme a mí, trabajo en las vías, del ferrocarril.
Y siento, también, la necesidad urgente de volver a hacer un viaje en ferrocarril. No sé hacia dónde. Pero es evidente que me he equivocado al venir a París. Ahora que no hay nada que me ate a ningún sitio.
Me pregunto si las cosas y las gentes durante los trescientos siglos de mi viaje en ferrocarril, se han detenido en el tiempo y sólo el polvo se habrá movido en la ciudad, acumulándose sobre las cosas y las gentes. Pero el tiempo parecía haber cambiado, aunque no pudiera darme cuenta en qué medida, en que dimensión.
Hoy en día, la gente parecía guardarles rencor a las compañías ferroviarias por haber abandonado las viejas locomotoras de vapor en favor del diésel. La gente no tenía ni pajolera idea de lo que era mantener en marcha un ferrocarril. Las locomotoras diésel eran polifacéticas, eficaces y de bajo coste de mantenimiento. La gente pensaba que el ferrocarril le debía favores románticos, pero luego todo se le volvía protestar cuando el tren iba despacio. Eso era lo que casi toda la gente era: estúpida. "Las correcciones" (2001), Jonathan Franzen
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