Hice varios espectáculos, varios discos y varios niños.
Cada vez que tuve que despedirme de algún amor, siempre me aseguré de que mi colección de discos estuviese a salvo en el baúl de mi auto. A veces las despedidas fueron demasiado apresuradas, así que no era posible mantener el orden alfabético. Pero siempre me fui con mis discos. Eso siempre fue algo esencial.
Todos mis discos, si los escuchas y tienes oído, suenan diferentes. Hay una actitud similar pero algo cambia en cada uno. Lo importante es que me encantan los instrumentos reales, y me gusta tocarlos. Ése es mi sonido: un sonido orgánico. Lo que ata todo es mi voz.
He vivido la época en que se temió que el cine se viera desplazado por la novedad de la televisión. Pero no he compartido ese miedo porque sé que la radio y los discos no pueden destruir la ópera. La televisión no ha podido acabar con el cine porque la gente quiere estar allí, quieren ser los primeros, quieren oír las risas de otras personas.
El martes por la noche me dedico a reorganizar mi colección de discos; Es una cosa que suelo hacer en época de altibajos emocionales. Habrá gente a quien le parezca una forma bastante aburrida de pasar una velada, pero yo no estoy entre ellos. Mi vida es mía, es ésta, y resulta agradable sumergirse en ella hasta los codos, tocarla con los dedos. "Alta fidelidad" (1995), Nick Hornby
"Alta fidelidad" (1995) Frases de "Alta fidelidad" (1995) Frases de Nick Hornby
Cuando hago mis propios discos, soy productor y artista. Hay unidad de criterios al cien por ciento, llevo el disco hacia donde me parece que debe ir. Cuando soy el productor tengo que trabajar en consenso con el artista, sopesando qué es lo que el artista quiere lograr y aportando algo desde ahí. Es un trabajo mutuo, de respeto y mucho diálogo.
El negocio de la música sigue tan escandaloso como siempre; los contables y los agentes de bolsa tienen la sartén por el mango, y los piratas posmodernos saquean las antiguas colecciones de discos buscando algo medianamente decente de los sesenta, que se pueda plagiar y adornar al gusto de los ochenta. "Los enanos de la muerte" (1988), Jonathan Coe
Frases de "Los enanos de la muerte" (1988) Frases de Jonathan Coe
Yo tengo tres elementos importantes para la memoria. El primero es la música, como un hilo conductor importantísimo de la memoria. Al escuchar ahora mis discos (antes nunca lo he hecho, porque he ido aprendiendo de lo que otros iban haciendo), te puedes acordar de dónde, cuándo y por qué hiciste una canción o un texto. Y eso te lleva a recordar dónde vivías, cómo era tu casa, cómo era la sociedad en aquel momento o qué problemas acuciaban a esa sociedad.
Hoy vivimos en el imperio de la cantidad. Cantidad de público, cantidad de discos, cantidad de conciertos y de premios. La calidad ha quedado relegada y eso es fácilmente comprobable examinando objetivamente los valores de las obras más vendidas y premiadas.
Siempre supe que el éxito de los conciertos podría traspasarse a los discos y la televisión. Y tuve razón. Siempre he creído en mi música.
¡Que la música circule por Internet, que la gente se entere! De eso se trata el copyleft, permitir que la información circule libremente y dejar que el público decida pagar por lo que le parece valioso, pero no obligarlo. Se ha visto estadísticamente que cada 10 bajadas gratuitas de Internet, se paga una. Un artista que vende 10mil discos y sube su música a Internet sabe que de cada cien mil, diez mil van a comprar su disco o van a seguir su música a partir de ahí. Muchísima gente más va a conocer su trabajo, se expande a nivel exponencial. No es la muerte de la música ni de los músicos es una excelente herramienta de divulgación.
A medida que las compañías de discos prosperaban, los cantantes y los compositores empezaron a cobrar ingresos adicionales por la venta de música grabada, además de cobrar por los conciertos. Esto debió de parecerles de lo más excitante. Aunque en los primeros tiempos hubo un montón de pequeñas compañías de discos, la industria fue pronto dominada por un puñado de grandes compañías, que fichaban artistas (a los cuales se les concedió por lo menos la dignidad de ser llamados artistas), sufragaban las grabaciones y luego les hacían una promoción del carajo (a veces). Esas compañías colocaban luego los discos en cualquier lugar donde vendieran singles o elepés, y también hacían que sonaran en la radio. A cambio de esta primera y a veces arriesgada inversión de capital, la mayoría de las discográficas tradicionales se quedaban con la mayor tajada de los beneficios y les pagaban a los artistas un porcentaje relativamente pequeño de las ventas. El compositor (si era una persona diferente del artista) cobraba algo también, igual que en décadas anteriores había cobrado por las partituras. Esos cambios alteraron drásticamente la función y el uso de la música, que de ser algo en lo que participábamos, pasó a ser algo que consumíamos. "Cómo funciona la música" (2012), David Byrne
"Cómo funciona la música" (2012) Frases de "Cómo funciona la música" (2012) Frases de David Byrne