
51 frases de Cómo funciona la música (How music works) de David Byrne... Ensayo divulgativo, literario y documentado compuesto por capítulos que combinan ideas sobre la historia de la tecnología musical, pasajes biográficos sobre su propia experiencia e interesantes consideraciones.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de David Byrne son: autobiografía, memorias, música, historia de la música, musicoterapia, teoría musical, aprender música, industria cultural, relaciones entre el arte y el poder, fuerza de la pasión.
Frases de Cómo funciona la música David Byrne
01. Cada uno lo hacía a su propia manera, rechazando cosas y evolucionando. Es solo una parte de descubrir quién eres; no es nada especial.
02. (...) Empiezo a pensar en el artista como alguien capacitado para crear dispositivos que activan nuestro carácter psicológico compartido y las partes hondamente emotivas que tenemos en común.
03. En los años treinta la mayoría de la gente escuchaba música en la radio o en fonógrafos domésticos. La gente escuchó probablemente más cantidad de música y en un repertorio más variado en esos aparatos que en directo en toda su vida. La música se liberaba así completamente de cualquier contexto en directo, o, más propiamente, el contexto en el que era escuchada pasó a ser el salón de casa y la gramola: alternativas paralelas a las aún populares salas de baile o de conciertos.
04. Trabajar en equipo tiene ventajas obvias. Tus ideas más flojas pueden ser corregidas.
05. Financiar la creatividad del futuro es una valiosa inversión. Los muertos no compondrán más sinfonías, y la producción de una generación creativa no se limita a auditorios de música clásica, sino que impregna todos los aspectos de la vida de una ciudad.
06. La música aparece en la mayoría de las ceremonias religiosas y sociales de todo el mundo. El etnomusicólogo Alan P. Merriam señala que la organización social de la vida de las comunidades está marcada en casi todo momento por canciones: canciones de cumpleaños, canciones de cuna, canciones para aprender a ir al baño ( ¡Me encantaría oírlas! ), canciones de pubertad, canciones de bienvenida, canciones de amor, canciones de boda, canciones de clan, canciones de funeral, etcétera. Un indio zía de un pueblo del norte de Nuevo México dijo: "Sin música no puedes hacer nada, amigo". Sin música, el tejido social mismo se rasgaría y los vínculos entre nosotros se desmoronarían.
07. Décadas después, el telar de Jacquard sirvió de inspiración a Charles Babbage, que poseía uno de los autorretratos de Jacquard donde este había usado ese sistema de tarjetas para tejer en seda su propia imagen. Babbage diseñó su máquina analítica, una máquina de cálculo que, de haber sido construida, habría funcionado con tarjetas perforadas. En la versión de Babbage, las tarjetas ya no controlaban hilos, sino que daban el salto al concepto binario, al cálculo puro. Una joven amiga de Babbage, Ada Byron (hija del poeta), quedó fascinada por el aparato, y muchos años después se la reconoció como la primera programadora. Así, según Lanier, nuestro presente saturado de ordenadores le debe parte de su linaje a un instrumento musical. Y la informática, no mucho después de nacer, afectó también a la música.
08. Es casi estúpidamente obvio: por supuesto que sentimos lo que otras personas sienten, por lo menos hasta cierto punto. Si no fuese así, ¿Por qué lloraríamos con una película o sonreiríamos al oír una canción de amor? La frontera entre lo que tú y yo sentimos es porosa. Que somos animales sociales está profundamente arraigado en nosotros y es lo que nos hace ser lo que somos. Nos consideramos individuos, pero hasta cierto punto no lo somos; nuestras células están vinculadas al grupo por esas reacciones empáticas que hemos desarrollado hacia otros. Es un reflejo no solo emocional, sino social y físico también. Cuando alguien resulta herido "sentimos" su dolor, aunque no nos retorcemos de agonía.
09. Chavales sin vía de escape para su energía contenida la vuelven a menudo contra su propia comunidad, o incluso contra sí mismos. Si están excluidos de la cultura y no se sienten parte de la sociedad, ¿Por qué habrían de obedecer sus reglas?
10. Creo que fueron los Beatles y otros compositores de los años sesenta quienes se dieron cuenta de que grabar tus propias canciones era mucho más lucrativo que publicar un disco tras otro versionando canciones de otra gente, tal como había sido generalmente la norma en la música pop. Eso incentivó la composición de canciones, y fue en parte debido a esto que hubo una repentina explosión de creatividad e innovación en la música pop de los años sesenta. Pero hizo también que demasiados músicos se sintieran más o menos obligados a considerarse compositores de canciones.
11. Hay obras de música clásica que me gustan sinceramente, pero Bach, Mozart o Beethoven no me han entrado nunca, y no me siento peor por ello. Quedan otras muchas cosas por amar y disfrutar.
12. Del músico intérprete se esperaba entonces que compusiera y creara para dos espacios muy diferentes: el local de conciertos y el aparato capaz de reproducir una grabación o de recibir una transmisión. Social y acústicamente, entre ambos espacios había un mundo de diferencia, ¡Pero se esperaba que la composición fuera la misma! El público que escuchaba una canción y le gustaba quería naturalmente escuchar la misma canción en el club o en la sala de conciertos. Las dos exigencias me parecen injustas.
13. Los músicos clásicos que piensan que toda la música popular es simple tienden a no oír los matices que contiene, así que, naturalmente, no pueden tocar muy bien en ese estilo.
14. En música no hay realmente jerarquía: un buen músico de cualquier estilo dado no es mejor ni peor que un buen músico de otro. Los músicos deberían ser vistos como parte de un espectro de estilos y enfoques, en lugar de ser clasificados según su aptitud. Si llevamos al extremo tal razonamiento, concluiremos que todo músico es fantástico, un virtuoso, un maestro, si consigue encontrar la música adecuada para él, su hueco personal en el espectro.
15. La música puede cambiar para siempre la vida de la gente de formas que van mucho más allá de conmoverse, emocional o intelectualmente, por una composición concreta. Esto también ocurre; luego se desvanece y a menudo se transforma en otra cosa que persiste. La música es sin duda una fuerza moral, pero sobre todo cuando forma parte de la urdimbre y de la trama de toda una comunidad.
16. Ahora, mis amigos y yo comprendemos mejor el hecho de que nuestros gustos cambian constantemente, de que hay músicos que ya no nos parecen relevantes, mientras que otros, en retrospectiva, nos parecen proféticos. Nos damos cuenta de que hay fluctuaciones en las cosas en que nos comprometemos emocionalmente, de que nada es absoluto. Pero, por un tiempo, el negocio de la música parecía un utópico universo paralelo.
17. La audición privada despegó realmente en 1979, cuando se popularizó el reproductor de casete portátil Walkman. Escuchar música en un Walkman es una variación de la experiencia de "quedarse muy quieto en una sala de conciertos" (sin distracciones acústicas) combinado con el espacio virtual (logrado al añadir eco y reverberación a las voces e instrumentos) que permite la grabación en estudio.
18. A veces parece que componer una serie de canciones es como ir a comprar comida o hacer la colada; cosas banales que hago más o menos a diario. Nos ocupamos de los asuntos asociados a nuestras actividades mundanas a medida que surgen, y componer canciones puede ser considerado de manera similar, como la respuesta a necesidades específicas e incluso prosaicas.
19. Con los auriculares puestos puedes oír y apreciar detalles y sutilezas extremas, y la ausencia de la incontrolable reverberación inherente a escuchar música en una habitación significa que el material rítmico sobrevive completamente intacto; no se ensucia ni se convierte en un mazacote sonoro, como suele pasar en un auditorio de música clásica.
20. A pesar de haber un montón de modelos de negocio entre los cuales elegir, quizá sea todo irrelevante. Puede que el futuro de la música grabada como fuente de ingresos significativa para los artistas sea una cosa del pasado. Tal vez sea evitable, o no, pero en cualquier caso no es el fin de la música.
21. El Diamond Disc usaba tecnología exclusiva: los discos Edison no podían ser reproducidos en los aparatos Victor y viceversa. En este aspecto parece que no hemos aprendido demasiado -Kindles, iPads, Pro Tools, software de MS Office-: la lista de insensatez exclusiva es infinita. Consuela un poco ver que no es un disparate nuevo.
22. La música penetra en tantas partes del cerebro que no concebimos que sea una cosa aislada. Es con quien estabas, la edad que tenías y qué ocurrió aquel día. Tratar de reducir y envasar tan cambiante e inmanejable entidad es en última instancia fútil. Pero muchos lo intentan.
23. La creatividad es un recurso renovable que las empresas pueden aprovechar y aprovechan. Con esto no estoy diciendo que las empresas estén buscando pintores y compositores, sino que el hábito de la resolución creativa de problemas es aplicable a cualquier actividad a la que nos enfrentemos. Si el talento y las aptitudes no están, si no son promovidas, las empresas tendrán que buscar en otra parte. El arte es bueno para la economía, y su presencia hace más interesante la vida también.
24. Cuánto del deleite del público se sacrificó en el esfuerzo de redefinir los parámetros sociales de la sala de conciertos: parece casi masoquista que la flor y nata de la sociedad pusiera trabas a su propia vivacidad, pero supongo que era cuestión de prioridades.
25. Los músicos ya intuían que el centro emocional no es el centro técnico, que los ritmos funky no van cuadrados, y que lo que suena como un simple compás puede ser sensual o un simple cronómetro metronómico, dependiendo del intérprete.
26. Las grabaciones desarraigan la música de su lugar de origen. Hacen que artistas lejanos y géneros extranjeros sean oídos en otras partes del mundo, y esos artistas encuentran a veces un público más amplio de lo que nunca habrían imaginado.
27. El recorte de los presupuestos para el arte en la escuela hace más difícil la reactivación económica, no la facilita. Nos dejará una generación menos acostumbrada a pensar creativamente o en colaboración con otros. A largo plazo tiene más valor para la humanidad preparar a los jóvenes para hacer y crear que enseñarles el canon de las grandes obras. No hay nada malo en esas grandes obras, pero tal vez se les ha dado una prioridad desproporcionada en cuanto a su imperecedero valor. He descubierto muchas de ellas en diferentes momentos de mi vida, y sí, han tenido un profundo impacto en mí, pero, en mi opinión, es más importante aprender a hacer música, a dibujar, fotografiar, escribir o crear en la disciplina que sea, que comprender y apreciar a Picasso, a Warhol o a Bill Shakespeare, por no hablar de la ópera, tal como se concibe hoy día.
28. A menudo puede parecer que quienes tienen el poder no quieren que gocemos de hacer cosas nosotros mismos; preferirían establecer una jerarquía cultural que devalúe nuestros esfuerzos de amateur y aliente el consumo en lugar de la creación.
29. Cualquier chaval te dirá que sí, que su música es tanto una vía de escape como un mecanismo de supervivencia, y que a veces la música le da esperanza y lo inspira. No solo aplaca y pacífica.
30. (...) Esa restricción de la libertad creativa acaba resultando, por lo general, una bendición. La libertad absoluta tiene tanto de maldición como de ventaja; para mí, la libertad dentro de márgenes estrictos y bien definidos es ideal.
31. Hacer música ya es una recompensa de por sí. Te hace sentir bien y puede resultar terapéutico; Por esto tal vez tanta gente trabaja duro en la música sin esperar en absoluto dinero o reconocimiento público.
32. Al ser la música cada vez menos una cosa -un cilindro, un casete, un disco- y más algo efímero, quizá empecemos a darle otra vez un mayor valor a las actuaciones en directo.