La oportunidad es como un hombre calvo con un único parche de pelo en la frente. Tienes que asir ese pelo, aferrarte a la oportunidad mientras la tienes de cara, de otro modo estarías agarrando una calva resbaladiza.
Todos los días aparece algún hombre calvo que me agradece que haya dignificado su alopecia.
El sargento recepcionista era tan grande como una bola de demolición, y no mucho más útil. Era calvo, con un bigote encerado semejante a un águila alemana. Cada vez que se movía, el cinturón de cuero crujía contra el vientre como un barco cuando tensa sus guindalezas. De vez en cuando se llevaba la mano a la boca y eructaba. Desde la puerta de la entrada se captaba el olor de su desayuno. "Una llama misteriosa" (2008), Philip Kerr
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Siempre he querido ser gordo. Se trata de un anhelo frívolo, lo sé, pero admiro a los hombres que administran sus carnes con satisfacción y adquieren una contundencia que no admite discrepancias. Un gordo culto convence más fácilmente que uno enjuto. La gordura parece una asimilación del saber; en cambio, los flacos absorbemos cosas sin evidencia. En un hombre público, la gordura produce un respeto que se perfecciona con una calva. "Conferencia sobre la lluvia" (2012), Juan Villoro
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Algunos mechones de cabello blanco y pajizo le colgaban del cuero cabelludo como flores silvestres luchando por la vida sobre la roca pelada. "El sueño eterno" (1939), Raymond Thornton Chandler
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(...) Posee la misteriosa fuerza física que parece ser habitual entre los calvos, y tiene un hipnótico poder de liderazgo sobre los otros chinos... "Criptonomicón" (1999), Neal Stephenson
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Entre los marineros corría el rumor de que el capitán era medio calvo por culpa de su libertinaje, y que por eso mantenía su dignidad llevando siempre puesta la gorra de uniforme. "El rumor del oleaje" (1956), Yukio Mishima
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