Frases de El rumor del oleaje

El rumor del oleaje

15 frases de El rumor del oleaje (Shiosai) de Yukio Mishima... Historia de amor entre un pescador y una joven en una minúscula isla japonesa septentrional, dorada por el sol, donde sobrevive una comunidad de pescadores apartada de la civilización.

Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Yukio Mishima son: pescador, historia de amor, ambientada en una isla, aislamiento, faro, japón rural, amor entre clases sociales, antihéroe, vida cotidiana, aventura marina, vida en el mar, historia sobre el mar.

Frases de Yukio Mishima Libros de Yukio Mishima

Frases de El rumor del oleaje Yukio Mishima

01. En un faro no puede existir mayor placer que el de recibir visitas.


02. En su soledad había perdido toda sospecha de que los hombres pudieran albergar viles motivos.


03. (...) Oyó el rumor del oleaje que rompía en la orilla, y fue como si su sangre joven se agitara al ritmo de las grandes olas marinas.


04. Era muy difícil para ellos concebir, por la pura fuerza de la imaginación, cosas como los tranvías, los edificios altos, las películas, el metro.


05. (...) Contemplaba el mar de color añil y sentía bullir en su interior la energía necesaria para realizar la dura tarea que no tardaría en hacerle sudar.


06. El sencillo sueño de aquel muchacho no era más que el de poseer algún día un barco con motor y dedicarse al negocio del cabotaje con su hermano menor.


07. Entre los marineros corría el rumor de que el capitán era medio calvo por culpa de su libertinaje, y que por eso mantenía su dignidad llevando siempre puesta la gorra de uniforme.


08. Lo único que cuenta de veras en un hombre es su empuje. Si tiene empuje es un hombre auténtico, y ésa es la clase de hombres que necesitamos aquí, en Utajima. La familia y el dinero son secundarios.


09. El muchacho experimentaba una sensación de total armonía con la abundancia de la naturaleza que le rodeaba. Inhaló profundamente, y fue como si una parte de ese algo invisible que conforma la naturaleza hubiera penetrado hasta el centro de su ser.


10. Mientras contempló lo desconocido desde cierta distancia, su corazón estuvo en paz, pero una vez subió a bordo de lo desconocido y zarpó, la inquietud y la desesperación, la confusión y la angustia habían unido sus fuerzas y le afligían.


11. El mar era el lugar donde se ganaba la vida, un campo ondulante en el que, en lugar de espigas de trigo mecidas por la brisa, la blanca y amorfa cosecha de olas ondeaba eternamente por encima del azul uniforme de un suelo delicado y productivo.


12. Y el agua salada que les golpeaba la cara incluso les impedía mantener los ojos abiertos. Era muy sorprendente, pero los silbidos del viento y el estrépito del mar conferían a la noche que los envolvía una extraña serenidad en medio del frenesí.


13. En su vida cotidiana, las mujeres de la isla se exponían con toda naturalidad a los peligros y la muerte que acechan en el mar, pero cuando se trataba de excursiones a las ciudades gigantescas que ellas ni siquiera habían visto, las madres tenían la sensación de que sus hijos emprendían grandes aventuras que desafiaban a la muerte.


14. Sin duda nadie recorrería una gran distancia para visitar un faro aislado en cuyo interior anidase la mala voluntad, o por lo menos tales sentimientos desaparecerían al encontrarse con la hospitalidad sin reservas que con toda certeza recibiría. A decir verdad, sucedía exactamente lo que el farero solía decir: "Las malas intenciones no pueden viajar tan lejos como las buenas".


15. A la pálida luz del amanecer, las lápidas parecían otras tantas velas blancas de barcos anclados en un activo puerto. Eran velas a las que nunca volvería a hinchar el viento, velas que, después de permanecer demasiado tiempo sin ser utilizadas y colgantes en exceso, se habían convertido en piedra. Las anclas de las embarcaciones habían penetrado tan profundamente en la oscura tierra que nunca sería posible volver a levarlas.

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