Mientras exista café en el mundo ¿Hasta que punto podrían llegar a ser las cosas malas? "Ciudad de ceniza" (2008), Cassandra Clare
"Ciudad de ceniza" (2008) Frases de "Ciudad de ceniza" (2008) Frases de Cassandra Clare
Tomé un gran trago de mi vaso de papel, me quemé instantáneamente los labios, la lengua y la parte delantera de la garganta y me pregunté, cuando pude volver a pensar, si no habría sido mejor tomar el café por vía intravenosa. "Esmeralda" (2010), Kerstin Gier
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¿Café negro, señor...? Respondía furibundo: "No, señorita... café café". Porque, en efecto, salvo en el caso de que sea torrificado y por ende impuro, el café no es ni debe ser negro, sino café.
No soy nada. Sólo una silueta clara, aquella noche, en la terraza de un café. Estaba esperando que dejara de llover, un chaparrón que empezó en el preciso momento en que Hutte se iba. "Calle de las tiendas oscuras" (1978), Patrick Modiano
"Calle de las tiendas oscuras" (1978) Frases de "Calle de las tiendas oscuras" (1978) Frases de Patrick Modiano
La otra noche, cuando regresábamos de tomar unas copas, antes de marcharos para tu casa, me miró a los ojos y dijo: "Eres como un sabroso capuchino: dulce, caliente y me pones nervioso".
Eres como uno pediría café hirviendo y lo dejaría enfriar.
Yo tomé un sorbo de café y le miré, ya que me imaginaba que Mijael quería que le mirase en aquel momento. Él notó mi mirada. Una tranquila satisfacción brilló en su rostro. Con qué poco se puede hacer feliz a una persona. "Mi querido Mijael" (1968), Amos Oz
"Mi querido Mijael" (1968) Frases de "Mi querido Mijael" (1968) Frases de Amos Oz
Qué agradable es poder confesar sus intimidades en público, ¿No le parece, caballero? ¿Hay muchos en mi lugar que pueden sentarse impunemente- te a la mesa de un café y entablar una amable conversación con un desconocido como lo hago yo? No. Y, ¿Por qué no hay muchos, puede contestarme? –No sé...–Porque mi semblante respira la santa honradez. "El jorobadito" (1933), Roberto Arlt
Frases de "El jorobadito" (1933) Frases de Roberto Arlt
Qué desamparado se siente uno cuando tiene una taza llena de café en la mano y comienza a estornudar.
Mi lucha por la existencia consiste en que a la hora del desayuno sea mucho más importante el aroma del café que las catástrofes que leo en el periódico abierto junto a las tostadas.
No te haré más tibio el frío ni más dulce el café con leche pero piensa en mí, muchacha, piensa en mí.
Y juro por mi qué solo fui por un café, pero te vi.