La literatura no es más que un sueño dirigido.
He pensado en el motivo y la vena de mi vocación de novelista y sé que mis libros se deben a un profundo amor a la vida.
Cada anochecer me dirijo a mi casa, en silencio voy por las calles inmerso en una profunda meditación, paso de largo tranvías y coches y peatones, perdido en una nube de libros que acabo de encontrar en mi trabajo y que me llevo a casa en la cartera, así, soñando, cruzo en verde sin percatarme de ello, sin topar con los postes ni con la gente, camino, apestando a cerveza y a suciedad, pero sonrío porque tengo la cartera llena de libros de los cuales espero que por la noche me expliquen algo sobre mí mismo, algo que todavía desconozco. "Una soledad demasiado ruidosa" (1977), Bohumil Hrabal
"Una soledad demasiado ruidosa" (1977) Frases de "Una soledad demasiado ruidosa" (1977) Frases de Bohumil Hrabal
El amor a las bibliotecas, como la mayor parte de los amores, hay que aprenderlo. El que entra por primera vez en una habitación hecha de libros no puede saber instintivamente cómo comportarse, qué se espera de él, qué se promete, qué se permite.
Ninguno de los libros de este mundo te aportará la felicidad, pero secretamente te devuelven a ti mismo.
Creo que parte de mi amor a la vida se lo debo a mi amor a los libros.
Hay tantísimos libros en el mundo por leer que no suelo volver a lo ya leído.
Un buen libro no sólo se escribe para multiplicar y transmitir la voz, sino también para perpetuarla.
El placer de leer todo se duplica cuando uno vive con alguien que comparte los mismos libros.
¡Libros! Los libros son el regalo más grande que una persona puede dar a otra.
Nadie nunca lee un libro. Se lee a sí mismo a través de los libros.
Vi un libro al que la horca iba a echar al vientre de la máquina, lo limpié con la bata y me lo apreté contra el pecho, aunque estuviese frío; lo abrazaba como la madre al hijo, como Jan Hus en la plaza de Kolín tiene la Biblia casi hundida en el pecho; enseñé el libro a los jóvenes, que no le prestaron ni la más mínima atención: tenían ojos únicamente para el trabajo; cuando por fin hube encontrado el coraje suficiente, miré la cubierta: sí, era un libro exquisito, Charles Lindberg describía en él su vuelo -el primero- a través del océano. "Una soledad demasiado ruidosa" (1977), Bohumil Hrabal
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