El piloto muestra en la tempestad su saber y su valor.
Cualquiera que fuese mi relación con un piloto, cuando le despedía antes de una competición le abrazaba y le besaba como si fuera la última vez. Sabía que marchaba a una carrera, pero nadie me aseguraba que iba a volver.
Y tú, como piloto descuidado, que en medio del mar Jonio mal seguro, cuando más lo alborota el Austro airado en el cielo poniendo un velo obscuro, reposa y el timón deja olvidado, sin prevenir remedio al mal futuro ¿Tan descuidado duermes, olvidando las armas que te están amenazando?
Lo maravilloso de una película, es que puedes convertirte en otra persona. Me gusta olvidarme de quien soy. Y ocurre muchas veces, es como si estuvieras en piloto automático.
Un actor debe ser capaz de meterse en la piel de otras personas y eso me resulta difícil. Prefiero interpretarme a mí mismo: un piloto de carreras. Es lo que soy.
Los grandes pilotos hacen lo que hacen instintivamente. Tienes que usar los sentidos en todo tu cuerpo. Y luego, al final, tienes que traspasar es información al volante y los pedales. De cómo se haga esto resulta la diferencia entre los pilotos que son sensibles, que tienen más sensibilidad, y aquellos que puede que sean igual de sensibles pero a lo mejor no son capaces de traspasar esa sensibilidad a su pilotaje.
El motor no razona, el piloto sí...
Si algún piloto está asustado, debería ir a la escuela de pilotos.
Nunca sentí placer por ser simplemente un piloto de carreras.
Pueden ser encontrados aspectos positivos hasta en las situaciones negativas y es posible utilizar todo eso como experiencia para el futuro, sea como piloto, sea como hombre.
Los pilotos somos, para la gente, más un sueño que una realidad.
Hoy [los autos de Fórmula 1] tienen mejores suspensiones, mejor aerodinámica, la caja de cambios es más rápida y los frenos son fantásticos. Todo está mejorando. Y la principal diferencia, para mí, es la ergonomía en el coche, la posición del piloto. Todo está pensado para la comodidad del piloto.