Yo quiero estar desnudo más que vivo, desnudo de rencor, de piel, de frente, tener un corazón desnudo y rudo. Cuando la muerte venga de repente hallarme más desnudo que el desnudo.
Te regalo un otoño, un día entre abril y junio, un rayo de ilusiones, un corazón al desnudo.
Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas, sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.
Tu cuerpo es lo desnudo que hay en mí, toda el agua que va rumbo a tus cántaros...
Nunca creo que haber terminado un desnudo hasta creer que se puede pellizcar.
Y, sin embargo, amor, a través de las lágrimas, yo sabía que al fin iba a quedarme desnudo en la ribera de la risa.
Desnudo, sobre un caballo desnudo bajo la lluvia torrencial.
Como el mueble y la tela, tu desnudo ya no tenía imponencia bajo el aire, bajo el alma, bajo nuestras almas. Nosotros ya no entendíamos de aquello. Era el suelo de un ámbito celeste, imponderable. Éramos transparencias altísimas, calientes.
No sé qué luz, de dentro, de quién, iba naciendo, iba envolviendo tu desnudo amoroso, oh aire, oh mar desnudo.
Desnuda duermo para tenerte en mí desnudo.
Entre el mar -a donde nunca fui- y el viento que corre desnudo en las montañas, emplumado de palabras invento mi camino.
En vista de lo visto me desvisto, me desnudo a mí misma y me mantengo, me encanta este tener lo que no tengo.