Que ni el sida ni el Papa han conseguido evitar que tiernos mozos y mozas se den al goce de amar.
El motivo por el que el sida es tan peligroso no estriba en que sea un virus nuevo. Obtenemos virus nuevos todos los años..., todas las semanas. Y todos los virus funcionan de la misma manera: atacan las células y transforman la maquinaria de éstas para que elaboren más virus. Lo que hace que el virus del sida sea tan peligroso es que ataca las células específicas que utilizamos para defendernos contra los virus. El sida interfiere nuestro mecanismo básico de defensa. Y no tenemos defensa contra eso.
Lo extraordinario del virus del tifus, como del resto de los virus, es su increíble insignificancia; los ojos no pueden verlo, pero él puede detener el curso de la vida, decidir el destino del hombre, y hacer pedazos, si lo desea, una familia. "El palacio del deseo" (1957), Naguib Mahfuz
Frases de "El palacio del deseo" (1957) Frases de Naguib Mahfuz
Lo que pretendí es mostrar ese brevísimo período en que se desarrolló la liberación sexual, cuando las posibilidades para los homosexuales estaban floreciendo. Duró unos cinco minutos, hasta que llegó el terrible azote del sida. No hay manera de exagerar la injusticia que representó aquello. No sólo por tantos jóvenes que murieron, sino porque dio a los homófobos el pretexto para presentar la enfermedad como un castigo divino o justificable.
El tema del amor es inherente a la humanidad y ni el SIDA, ni la droga pueden llegar a alterar ese sentimiento. Por encima de lo que se ve, esta emoción tan reconfortable que se siente entre dos personas, se percibe, incluso en el aire...
(...) Nunca me he sentido más viva que cuando he visto a mis hijos deleitarse con algo; nunca más viva que cuando he visto a un gran artista hacer su arte; y nunca tan rica como cuando he conseguido un gran cheque para combatir el SIDA.
Yo me imagino a Dios llorando al ver que su iglesia se permite perder el tiempo condenando a los homosexuales, mientras medio mundo pasa hambre y el SIDA arrasa.
Chernobil y el sida nos han revelado brutalmente los límites de los poderes técnico-científicos de la humanidad y las "sorpresas" que puede reservamos la "naturaleza". Sin duda alguna, se impone una responsabilidad y una gestión más colectiva para orientar las ciencias y las técnicas hacia finalidades más humanas. No podemos abandonarnos ciegamente a los tecnócratas de los aparatos de Estado para controlar las evoluciones y conjurar los peligros en esos dominios, regidos, en lo esencial, por los principios de la economía del beneficio.
Uno de los grandes problemas de África es el sida. En Europa hoy no es una enfermedad mortal, pero allí sí y tenemos que considerar que sigue siendo nuestro problema y estar dispuestos a ayudar a esa gente en nombre de la solidaridad y humanidad. Ayudamos, pero podríamos ayudar mucho más. Todo lo que hacemos llega demasiado tarde. Hagamos lo que hagamos, podemos hacer más y esto es un desafío para nosotros.
Todo el mundo de mi generación que predicaba el amor libre es responsable del SIDA.
Oía la frase que alguna vez había dicho riéndose cuando atrapaba mi polla con la mano, o cuando la apretaba con fuerza una vez que la tenía dentro: je t'ai eu, te he capturado. Las palabras pronunciadas entre juegos adquirían ahora un siniestro aire premonitorio: el amor como trampa mortal. Unos días más tarde, recogí el resultado de las pruebas. Estaba limpio. Las manchas que tanto me habían preocupado eran de tipo alérgico y probablemente habían sido causadas por una intoxicación alimentaria y, además, habían empezado a desaparecer. "París-Austerlitz" (2016), Rafael Chirbes
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El sida no tiene sólo el infeliz efecto de apuntalar el moralismo sexual, sino que fortalece además la cultura del interés propio, que en buena parte suele pasar por individualismo... El interés propio recibe ahora un nuevo aliento, como si se tratase de un gesto de simple prudencia médica. "El sida y sus metáforas" (1988), Susan Sontag
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