25 frases de Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez... Doce cuentos en los que lo terrorífico se infiltra en lo cotidiano. Doce relatos perturbadores que llevan el género de terror a una nueva dimensión.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Mariana Enríquez son: vida cotidiana, terror, cambios con el paso del tiempo, tener miedo, desesperación, locura, timidez.
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Frases de Los peligros de fumar en la cama Mariana Enríquez
01. Es necesario mantener algunas lealtades.
02. Siempre encierran a las locas en los libros.
03. Era tanta la rabia que las lágrimas no caían.
04. No se puede estar desesperado y ser razonable al mismo tiempo.
05. Los dos sabíamos cuál podía ser el final, y no nos importaba.
06. Tengo tres recuerdos de él, pero uno de ellos puede ser falso. El orden es arbitrario.
07. Solamente sé que no es mala, y que le tuve miedo al principio, pero hace rato que no.
08. La casa, según las fotos, era baja y de fachada blanco sucio. No anunciaba lo que pasaba adentro.
09. Tenía que contener ese deseo, esas ganas de saciarme, de abrirlo, de jugar con sus órganos como trofeos escondidos.
10. La chica se rio. Tenía una risa rara, forzada pero no falsa. Como si no estuviera acostumbrada a reírse.
11. Estaba más allá de todo, porque estaba cerca de la muerte. Presentí que me iba a enamorar de ella cuando.
12. (...) Hasta que apareció al lado de la cama, en mi departamento, diez años después, llorando, una noche de tormenta.
13. No es muy coherente intentar ahorcar a un muerto, pero no se puede estar desesperado y ser razonable al mismo tiempo.
14. La angelita no parece un fantasma. Ni flota ni está pálida ni lleva vestido blanco. Está a medio pudrir y no habla.
15. A veces pienso que los locos no son personas, no son reales. Serían como encarnaciones de la locura de la ciudad, válvulas de escape.
16. Nada me daba tanta felicidad como esos libros. Todos esos eufemismos de la muerte. Todas esas palabras médicas, hermosas, que no significaban nada, esa jerga dura.
17. Sólo quería ese estado vagamente distante y químico que la desconectaba pero le permitía vivir un poco, cada vez menos, pero lo suficiente.
18. Era tan distinta a los demás, a todos los que despreciábamos o de los que huíamos, esa gente sin misterio con sus aburridos problemas y su cobardía.
19. Como vivía sola no tenía quién me señalara mi depresión o intentara levantarme el ánimo. Era lo mejor que me había pasado en años.
20. (...) Y ella, que moría con su mirada gris fija en mis ojos (y la respiración entrecortada), me permitía ver algo de ese otro lugar, adonde se iba para siempre.
21. Los expedientes importantes, los que hacían movilizar a policías e investigadores tras las pistas de los chicos, estaban en comisarías y fiscalías. El suyo era más inútil, como una memoria.
22. Esperaba que cada verano fuera el último, y pasaba casa vez más tiempo en el mirador, adonde apenas llegaba el rumor de los vivos, que ella sabía imitar tan bien, pero que no comprendía.
23. Siempre estuvo cerca, un conocido que aparecía en las fiestas aunque nadie sabía quién lo había invitado, pero recién me hice su amiga ese verano en que todos mis amigos decidieron convertirse en imbéciles, o el verano en que decidí odiar a todos mis amigos.
24. Los japoneses creen que, después de morir, las almas van a un lugar que tiene, digamos, un cupo limitado. Y que cuando se llegue a ese límite, cuando no quede más lugar para las almas, van a empezar a volver a este mundo. Esa vuelta es el anuncio del fin del mundo, en realidad.
25. En el recuerdo me siento desnuda y tímida. Pero no sé si es real; no tiene la misma naturalidad de los otros, pude haberlo inventado, aunque reconozco esa sensación de timidez y vulnerabilidad que con frecuencia se repite en mis sueños. No sé si me tocó. La sensación que acompaña su recuerdo se parece al deseo, cuando, de ser ciertas mis sospechas, debería parecerse al horror.