El amor nunca se muere de hambre, generalmente lo hace por indigestión.
El hambre suele producir poemas inmortales. La abundancia, únicamente indigestiones y torpezas.
Hay gentes que viven en su perpetua indigestión y eso hace que les apeste el aliento.
No es que odies a los hombres, ¿Por qué habrías de odiarlos? ¿Por qué habrías de odiarte? ¡Tan sólo desearías que pertenecer a la especie humana no fuera acompañado de este insoportable estrépito, que esos pocos pasos irrisorios que hemos dado dentro del reino animal no se pagasen con esta perpetua indigestión de palabras, de proyectos, de grandes comienzos! "Un hombre que duerme" (1967), Georges Perec
"Un hombre que duerme" (1967) Frases de "Un hombre que duerme" (1967) Frases de Georges Perec