26 frases de Un hombre que duerme (Un homme qui dort) de Georges Perec... Obra que narra la peripecia de un estudiante que decide no levantarse de la cama el día de sus exámenes de Sociología, abandonar sus estudios, romper toda relación con amigos y parientes, y recluirse en sí mismo.
Los principales temas, lugares o acontecimientos históricos que destacan en el libro de Georges Perec son: el ser y la nada, indiferencia, sentido de la vida, paso del tiempo, soledad, depresión, introspección, vulnerabilidad.
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Frases de Un hombre que duerme Georges Perec
01. Todos tus esfuerzos por atrasarlo no hacen sino precipitarlo.
02. Gestos de autómata: levantarte, lavarte, afeitarte, vestirte. Corcho en el agua: ir a la deriva, seguir el tumulto, deambular.
03. Apenas has vivido y sin embargo ya está todo dicho, terminado.
04. Has dejado de hablar y sólo el silencio te ha respondido.
05. El caballero nunca es triunfo de corazones a menos que el falsete haya sido falseado.
06. No habrá tampoco barcas, por supuesto; casi nunca hay barcas, pero puedes cruzar a nado.
07. Todo está ya preparado para tu muerte: la bala que acabará contigo se fundió hace mucho, las plañideras ya han sido designadas para seguir tu ataúd.
08. Eres paciente y no esperas, eres libre y no eliges, estás disponible y nada te moviliza.
09. Todo es negro. No es de noche, no está oscuro, es el mundo entero lo que es negro.
10. Frente al mundo, el indiferente no es ignorante ni hostil.
11. Tus aventuras están tan bien descritas que la revolución más violenta no haría pestañear a nadie.
12. La indiferencia no tiene principio ni fin: es un estado inmutable, un peso, una inercia que nadie lograría hacer tambalearse.
13. Ahora vives en el terror del silencio, pero ¿no eres tú el más silencioso de todos?
14. Además lo sabías, o bien tendrías que haberlo previsto: nunca hay que darse la vuelta, en cualquier caso, nunca tan bruscamente; si no, todo se rompe, se desordena...
15. Un día como éste, algo más tarde, algo más pronto, descubres sin sorpresa que algo no va bien, que, hablando en plata, no sabes vivir, que no sabrás jamás.
16. Las definiciones varían según las horas, según los días, pero el sentido permanece más o menos claro: te sientes poco hecho para vivir, para actuar; para hacer cosas; no quieres más que durar, no quieres más que la espera y el olvido.
17. No has aprendido nada, sólo que la soledad no enseña nada, que la indiferencia no enseña nada: era un engaño, una ilusión fascinante y traicionera. Estabas solo y eso es todo, y querías protegerte; que entre el mundo y tú los puentes se rompieran para siempre.
18. No desear ya nada. Esperar, hasta que ya no haya nada que esperar. Deambular, dormir. Dejarte llevar por las multitudes, por las calles. Seguir las cunetas, las rejas, el agua a lo largo de las riberas. Caminar por los muelles, rozar las paredes. Perder el tiempo. Salir de todo proyecto, de toda impaciencia. Estar sin deseo, sin despecho, sin rebeldía.
19. Al principio es sólo una especie de lasitud, de fatiga, como si súbitamente te percataras de que desde hace mucho rato, desde hace muchas horas, eres presa de un malestar insidioso, entumecedor, apenas doloroso y sin embargo insoportable, la impresión dulzona y sofocante de no tener músculos ni huesos, de ser un saco de yeso entre sacos de yeso.
20. Que los días comiencen y que los días acaben, que el tiempo transcurra, que tu boca se cierre, que los músculos de tu nuca, de tu mandíbula, de tu mentón se relajen del todo, que sólo el subir y bajar de tu caja torácica, los latidos de tu corazón sigan dando testimonio de tu paciente supervivencia.