(...) Occidentales son malos matemáticos. Mira Europa. Por arrogancia pasan de ser conjunto de provincias en guerra y convertirse en imperio. Cambió moneda nacional por euro y ahí empezó decadencia y ruina.
Hay una crisis de valores y hay una crisis de visión. Fijémonos, por ejemplo, en España, Portugal y Grecia. Pongo a estos tres países como ejemplo porque han salido de una dictadura. Querían entrar en Europa, el paraíso de la democracia, para formar parte de una visión común, la Familia Europea. Si yo les dijese ahora a algunos ciudadanos de estos países: "Queridos amigos, dejemos el euro, que nos está matando, y volvamos a nuestras monedas nacionales", la respuesta, muy probablemente, no se haría esperar: " ¿Está usted loco? Sería mucho peor". Quizá sí, pero ya no hablamos de aquella visión; de lo que seguimos hablando es de la opción menos mala, y me temo que no se puede mantener a diecisiete países unidos sobre la base de la opción menos mala.
Hay diecisiete países en la Eurozona. Y cada vez que oigo a alguien del sur de Europa quejarse de los alemanes, me pregunto: ¿Qué están haciendo los otros dieciséis países? Porque no hacen nada en absoluto. Bueno, reconozco que algunas de las naciones de la Eurozona están en la misma línea que Alemania, pero ¿Y las demás? ¿Qué están haciendo Francia y los países del sur de Europa? ¿Dónde está el entendimiento, dónde están las negociaciones y el plan de acción común de todos ellos? ¿Y dónde hay un plan alternativo, un plan que estos países puedan poner sobre el tapete e invitar a los alemanes a negociar? Si uno no puede forjar su propio futuro, serán otros quienes lo decidan.
Durante la época del euro creamos una comunidad que hablaba en términos de euro no de política. Eso en Grecia explica el crecimiento de la ultraderecha. Ellos tienen un discurso político y el resto, no. Europa perdió el discurso político para hablar de euros.
Hay muchos métodos demostrados para ganarse un pavo, un yuan, un euro, un yen, una rupia, un peso o un dracma. Pero cautivar juega en una liga distinta: cuando cautivas a la gente, tu objetivo no es sacarles dinero o hacerles hacer lo que tú quieres, sino llenarlos de una gran satisfacción. "El arte de cautivar" (2010), Guy Kawasaki
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