La cultura montañera se caracterizaba por una competencia feroz y un machismo sin ambages, pero la mayoría de los escaladores sólo querían impresionarse los unos a los otros. "Mal de altura: crónica de una tragedia en el Everest" (1997), Jon Krakauer
"Mal de altura: crónica de una tragedia en el Everest" (1997) Frases de "Mal de altura: crónica de una tragedia en el Everest" (1997) Frases de Jon Krakauer
Escalar daba asimismo un sentido de clan. Ser escalador significaba formar parte de una sociedad rabiosamente idealista e independiente, que pasaba inadvertida y era del todo ajena a la corrupción del mundo en general. "Mal de altura: crónica de una tragedia en el Everest" (1997), Jon Krakauer
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Este es el meollo de un dilema al que todo escalador en el Everest acaba enfrentándose: para tener éxito has de ser extraordinariamente decidido, pero si lo eres en exceso, tienes un pie en la tumba. "Mal de altura: crónica de una tragedia en el Everest" (1997), Jon Krakauer
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La proliferación de escaladores inexpertos en el Everest presagiaba sin duda que podía producirse una tragedia de gran magnitud. Sin embargo, nadie imaginaba que en el centro de la misma iba a estar una expedición dirigida por Rob Hall, la más compacta y segura de cuantas expediciones se hayan aventurado en esa montaña. Hombre compulsivamente metódico, Hall había elaborado sistemas concretos para prevenir una catástrofe así. ¿Qué pasó entonces? "Mal de altura: crónica de una tragedia en el Everest" (1997), Jon Krakauer
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Buscar la felicidad es maravilloso, encontrarla es atroz. Nos cuesta mucho aceptar esto. Nos cuesta mucho aceptar que las metas son un invento. Si le ponemos un ascensor a la montaña ningún alpinista lo utilizaría, porque el "hacer cumbre" para él no es más que un pretexto en su desafío de escalador. Esto se aplica en todas las cosas de la vida.